DESIRES; edward cullen

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Alice y Jasper abandonaron la tribu horas antes de que Xanthe y Keon regresaran a su hogar. El ambiente en el lugar era pesado, Nahuel estaba extremadamente callado mientras le daba suave caricias en la cabeza a la híbrida. Huilen no se había movido ni un centímetro.

El cambio fue completamente notable para la pelinegra que acababa de volver a casa. Keon estaba igual de confundido que ella, más aún cuando la menor de lanzó a sus brazos con su rostro bañado en lágrimas.

— Nahuel, vamos fuera—ordenó la vampiresa. Xanthe dejó a su hija con el castaño y se alejó hasta estar junto a un viejo árbol—. ¿Qué ha pasado?

El híbrido suspiró, ni siquiera sabía por dónde empezar.

— El día en el que os marchasteis, aparecieron dos vampiros frente a nosotros. Mi tía los estaba atendiendo—Nahuel comenzó a explicar—, juro que mi primer instinto fue proteger a Aithne, no sabíamos quienes eran ni qué querían.

— ¿Os hicieron algo?—se alarmó la contraria.

— No, no nos hicieron nada—calmó—, solo vinieron a suplicar por ayuda.

— ¿Ayuda para qué?

Nahuel no sabía cómo continuar, Xanthe había contado absolutamente todo sobre su vida, sobre el odio de su hermana a ella, de como su padre había sido el único que la apreciaba, como había terminado en Brasil, el abandono que sufrió y como había terminado en la selva, sola y moribunda.

— ¿Puedo pedirte algo antes?

— Claro.

— Si te vas a enfadar, hazlo con el árbol que tienes detrás y no conmigo.

Xanthe se rió.

— Está bien, suéltalo.

— En septiembre, su hermano tuvo una hija con una humana.

— ¿Sobrevivió?

— De milagro.

— ¿Y?

— Un familiar suyo vio a la niña y creyó que era una inmortal, huyó con rapidez y se lo notificó a los Volturi.

Xanthe asintió, dando a entender que entendía.

» Los Volturi les harán una visita cuando la nieve cuaje en exactamente diez días.

— ¿Y por qué necesitan ayuda?