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Me encontraba prácticamente corriendo a la primaria de Ren después de recibir un mensaje de mi mamá de que ella no podría ir a buscarla, se me dificultó mucho llegar a tiempo ¿Por qué? Fácil.

La profe no quería aprobar el puesto de besos, explicó que sería muy arriesgado, anti higiénico, algo que simplemente lograría acabar con la poca cordura de la escuela pero como era de esperarse Azul le hizo saber que apoyarían suficientes personas y que cada persona besaría solamente tres veces, entre gritos, regaños y uno que otro insulto terminó accediendo la profe, el proceso fue bastante tardado y no podía irme antes por que todavía faltaba la dinámica.

Se llevó el proceso del sorteo de quienes estarían dentro del puesto ¿Y adivinen a quien le toco número? Si ¡A mi! Lo que me hizo aún más difícil llegar a la primaria a tiempo pues tuvimos que ponernos de acuerdo en cómo se haría la propaganda.

Siento mis piernas muy débiles pero por fin estoy frente al salón de Ren, me asomó lentamente por la puerta pero no la veo así que me veo obligado a preguntarle a la maestra.

—Disculpe —susurró en su dirección, me mira con una sonrisa.

—¿Qué pasa Joaquín? —cuestiona divertida, frunzo el ceño.

—No veo a Ren por ningún lado ¿Dónde está?

Ella ríe: —El hermano de Romina se la llevó por que tu no llegabas y Ren comenzó a sentir pánico entonces le preguntó si podía ir con ellos, el chico accedió me dejó muy en claro que esta en buenas manos ¿Hice mal?

Niego rápidamente, mi corazón late desenfrenado de solo saber que ahora tengo que ir a casa de los Marcos.

—No, muchas gracias.

Giro sobre mis talones, me obligó a tranquilizarme pues soy un manojo de nervios.

¡Vamos Joaquín! Has hablado con el antes, no será diferente.

Tomó un taxi para llegar más rápido y hacer menos dolorosa la espera de tenerlo frente a mi.

[...]

No se cuanto tiempo aproximado llevo frente a la puerta simplemente no tengo la valentía de tocarla, pero tengo que hacerlo si no se me hará más tarde y tengo tareas que hacer.

Toco el pequeño timbre que se encuentra a la izquierda, escucho como resuena por toda la casa mientras pasos se hacen presentes detrás de la puerta, escucho que toman la manija y me preparo para lo peor.

Me recibe Emilio que aún no se ha dado cuenta de mi presencia pues se encuentra riendo con alguien que está detrás de la puerta, cuando deja de reír un poco me mira, su cara se suaviza y me sonríe.

Parezco gelatina.

—Hola —saluda animado, eso es suficiente para hacerme sonreír como un bobo.

—Hola —respondo tímido—. Yo mm-vengo por Ren.

—Claro —se hace a un lado invitándome a pasar, realmente no esperaba eso, creí que la llamaría y me correría pero esta haciendo todo lo contrario. De pronto me sonrojo aun más al recordar como vengo vestido, un crop top negro con mis pantalones entallados blancos, y, mis botines favoritos—. ¿Piensas pasar? —pregunta con una risita, asiento.

—Gracias —murmuró.

—Espera aquí —sube las escaleras rápidamente y suelto el aire que jamás pensé estar reteniendo, Emilio se ve tan guapo con esa sudadera azul y pantalón de algodón, sus rizos desordenados, Dios.

Miró a mi alrededor, su casa es pequeña con varios cuadros en las paredes, algunas fotos familiares pero la mayoría son fotos de cuando él y Romina eran unos bebés. De inmediato reconozco un cuadro de su madre y padre, son rasgos similares pero nada como Emilio.

—Aquí esta —su voz me saca de mi trance y sonrió en dirección a Ren, quien me abraza por la cintura.

—¡Pensé que no llegarías! —reprocha con un puchero.

—Llegué pero algo tarde —le acarició el cabello—. Me entretuve en mi salón Ren, ya sabes estoy en proyectos.

—Esta bien —me abraza eufórica—. Pero llegas en mal momento, estoy jugando con Romi.

—Rena-

Emilio se aclara la garganta y ambos lo miramos: —Sube a seguir jugando con Romina Ren, no te preocupes, Joaco se queda conmigo.

Mi respiración se atora en mi garganta, Emilio me sonríe mientras se encoge de hombros y no puedo protestar.

—¡Gracias! —grita Ren y lo abraza—. Prometo no tardar Joaco —se despide, corre escaleras arriba.

El silencio se instala, mi mirada se clava en el suelo al parecer es más interesante que mirar a Emilio.

—¿Quieres tomar algo? —pregunta de manera sugerente, su sonrisa no se ha ido.

—Claro —le sonrió de vuelta, me hace un gesto para que lo siga y me guía por un pasillo el cual nos hace llegar a la cocina.

—Espero no te hayas enojado por llevarme así a Rena —dice una vez llegamos a la cocina, saca una jarra de agua la cual contiene un líquido amarillo.

—Para nada, realmente te lo agradezco —sonrió y me extiende un vaso, el se sirve en otro.

—¿Por qué no llegaste temprano? Me aburrí mucho esperando a que abrieran el portón —inevitablemente me ahogo con el líquido ¡Esperaba que llegara! Doy un brinco cuando se acerca rápidamente y me da unas pequeñas palmadas en la espalda–. ¿Estás bien? —pregunta en un tono preocupado.

—S-si —contestó rápido—. Es solo que... —hago una pausa.

—No esperabas que te estuviera esperando —sonríe descaradamente, Dios, siento que en cualquier momento voy a caer al suelo.

—Yo -

—No se por que te sorprende, me encanta tu compañía —acaricia uno de mis rizsos—. ¿Qué proyecto te atraso?

Tardo un poco en procesar su pregunta pero lo logró: —Uno que nos dejó la maestra Laura.

—¿Ah si? ¿Ya saben que harán? —parece interesado, se apoya sobre sus codos y me mira fijamente.

—Si —me muerdo el labio.

—¿Qué será?

Lo pienso unos momentos, no hay nada de que avergonzarme, de todas formas se terminara enterando.

—Un puesto de besos —murmuró.

—¿Tu estas dentro? —cuestiona mientras se relame los labios, de pronto me siento nervioso.

—Si, desgraciadamente —soy sincero, él bufa.

—¿Azul está dentro? —mi corazón se encoge al escuchar aquello ¿Por qué pregunta por ella? ¿Acaso le gusta Azul? Siendo sinceros ¿A quien no? Es muy guapa, inteligente y muy guapa.

—Si —susurró apenas audible.

Se hace un silencio pero está vez es demasiado incómodo, estoy apunto de despedirme cuando vuelve a hablar.

—Roy estará muy loco cuando se entere de que Azul estará en ese puesto —suspira—. Ay, el amor —me regala una risita la cual correspondo de inmediato, la cocina se llena del eco de ellas, amo cuando ambos reímos por cualquier tontería, pero me siento aliviado por que realmente creí que estaba interesado en ella.

—¿Le gusta? —si, soy un chismoso.

—Más que eso —admite.

—¿Y a ti? —se que no debo de hacerlo por que de alguna forma terminaré haciéndome daño pero es inevitable no querer saber.

—¿A mi que? —se hace el desentendido.

—¡Vamos! —me rió—. ¿Te gusta alguien?

—Si —me mira y se acerca un poco más a mi rostro—. Pero no te diré más.

Me toma del brazo y me jala a la sala de nuevo, después de eso nos dedicamos a ver películas hasta que recordamos en un punto la tarea y la realizamos juntos.












...
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Puesto de Besos [Emiliaco] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora