11

6.2K 643 287
                                    

Joaquín

Desde que llegué Emilio no ha dejado de besarme una y otra vez, no es que me disguste pero mientras los minutos pasan siento que cada vez me derrito entre sus brazos. No sé cómo llegamos a la posición en la que nos encontramos ahora, me está aplastando con su cuerpo mientras estoy debajo de él apretando mis manos en puños en el cuello de su camisa. Dios.

Se separa un poco para respirar pero vuelve a interceptar mis labios con mucha más fuerza, un gemido se me escapa y puedo sentir la sonrisa que se dibuja en sus labios, baja delicadamente sus manos por mis costados acariciando cariñosamente mi piel, el contacto de sus dedos me hace sentir escalofríos y comienzo a creer que traer un crop top fue mala idea cuando introduce sus manos por debajo de el y comienza acaricar mis pezones delicadamente. Jadeo.

Abandona mis labios y baja sus labios entre abiertos por mi mejilla, luego acaricia en un lugar de mi cuello lo que hace que cierre los ojos con fuerza, es demasiado y sin previo aviso muerde la carne de ahí, arqueo la espalda dejando escapar un gruñido, aprovechado para meterse entre mis piernas.

-Joaco... -susurra lamiendo la parte que mordió-. Dios, me encantas tanto que duele.

Deja un pequeño beso en mi cuello y vuelve a besarme con intensidad.

-Me encanta como te ves en estos momentos -dice, me mira con una sonrisa en sus ojos y me permito apreciar sus rizos despeinados, sus labios rojos por los besos que hemos compartido y sus mejillas sonrojadas.

-No creo que mejor que tu -digo burlonamente, frunce el ceño.

-¿Estás nervioso? -cuestiona, pero no es capaz de mantenerme la mirada.

-¿Por qué? -me muerdo el labio.

-No me hagas decirlo -murmura apenado, lo que me hace reír.

-Lo estoy.

Se crea un silencio para nada incómodo, al contrario, tomo sus mejillas con mucho cariño y lo beso un poco lento mientras le doy la vuelta para sentarme a horcajadas sobre él.

Después hacernos novios estuvimos bien por un mes así con besos, abrazos, caricias, pero al tercer mes fue cuando me comencé a dar cuenta que ya no eran simple besos o simples caricias, cada vez que Emilio me besaba me transmitía un deje de chispa, me dejaba con ganas de más incluso lo había notado en su mirada, estaba igual o peor que yo, pero como todo un caballero jamás me dijo nada, siempre buscando lo mejor para mí junto a mi comodidad. Y siempre que compartíamos un beso por mas de 20 segundos sentía a sus manos bajar por toda mi espalda hasta tomar mi trasero, justo como ahora.

Se siente tan bien estar sobre él con ambas manos a lado de su cabeza mientras me toma del trasero con tanta fuerza lo que hace que nuestras entrepiernas choquen, pero parece no importarle por que ejerce más fuerza y no lo puedo evitar, comienzo a moverme y a gemir. Nuestros alientos calientes chocando mutuamente.

Me aferro a sus rizos sin dejar de moverme de arriba abajo, en circulos buscando más fricción cuando de pronto me encuentro saltando buscando mi satisfacción, Emilio me mira desde abajo, sus mejillas siguen sonrojadas al igual que las mías pero el deseo es más fuerte que cualquier pena que pudiéramos tener en estos momentos.

Emilio se sienta aún conmigo encima, alza mi crop para lamer mi abdomen con destreza pero la manija de la puerta nos hace detenernos pues se mueve con insistencia. Una pequeña voz se escucha.

-¡Emilio -es Romina, parece molesta-. Dice mamá que bajes a cenar y que si Joaco esta contigo que nos acompañe.

Me sonrojo de sobremanera escondiendo mi rostro en el cuello de Emilio. Él se ríe.

-Carajo -musita-. ¿Por qué Romina es tan imprudente?

Niego apenado sin verlo, se que es algo normal entre las parejas pero jamás pensé hacer algo así algún día y mucho menos con Emilio.

-Mi amor, mirame -ruega con voz cariñosa, intenta tomar mi quijada pero me aferro mas a él -No tengas pena -acaricia mi espalda-. Se sintió demasiado bien bebé, anda, mírame.

-Me tengo que ir -digo aun con mi cara entre su cuello.

-¿Por qué? -pregunta dolido.

-Emi, me da pena -admito, me toma entre sus brazos para dejarme sobre la cama, se sube encima de mi.

-Joaco -rie -Mi amor, no tienes por qué sentir pena, menos cuando ambos lo disfrutamos -da un ligero golpe cariñoso con su dedo índice en mi nariz-. Te amo.

-Te amo más -me cubro la cara con las manos.

-No sabes lo bien que te veías ahí arriba, bebé -susurra en mi oído y siento a mi cuerpo reaccionar ante sus palabras-. Espero con ansias estar solos de nuevo -muerde el lóbulo de mi oreja.

-Que cosas dices -lo miro mientras río.

-¿No te gustó? -pregunta, besa y muerde mi cuello.

-Me encantó, mucho pero tengo miedo de no ser lo suficiente bueno para ti.

-No digas eso, lo eres, incluso eres mucho más. Aunque lo no lo creas también tengo miedo de no ser bueno para ti, no tengo experiencia pero se que ambos seremos un gran equipo.

-¡Emilio! -la voz de Romina otra vez-. Dice mamá que enserio, enserio tirara la puerta si no te apresuras.

-Debemos ir -tomó la mano de Emilio para bajar juntos al comedor por que conozco a su madre y si es capaz de cumplir cada palabra que dice.

La cena fueron tacos, acompañado de risas, chistes y una que otra indirecta por parte de la mamá de Emi insinuando que habíamos hecho otra cosa más que estudiar, Romina no entendía nada pero era mejor así.

Sin duda al cenar con la familia de Emilio - que solo consiste en su madre y hermana - fue una de mis cosas favoritas y ahí en medio, donde Emilio se encuentraba sonríendo supe que era todo lo que necesitaba para tener mi vida completa.

Quién diría que el puesto de besos me daría al amor de mi vida.



[...]


-Comienzo a tener envidia -declara Diego mientras frunce el ceño, me mira.

-¿Por qué? -cuestiona Azul mientras muerde su sandwich.

-Joaquín todos los días viene bien besado y yo ni siquiera tengo ligue -hace un mohín -Estoy alegre por ti -me aclara -Pero me hace sentirme solo -se talla los ojos-. Hasta Azul tiene a Roy.

-Espera... -lo interrumpo-. ¿Están saliendo? -le cuestionó a Azul.

-Tengo que irme -esquiva mi pregunta y guarda sus cosas lo más rápido que puede antes de que la siga cuestionando.

-Es normal -bufa Diego una vez que Azul desaparece de nuestro campo de visión-. Creo que todavía no se acostumbra a su noviazgo con Roy.

Se encoge de hombros mientras come sus papas, estoy apuntó de morder mi hamburguesa cuando unas manos se envuelven en mi cintura e inconscientemente sonrió por qué se de quien se trata.

-Hola -susurra en mi oído y deposita un suave beso-. Te extrañe.

-Yo también -confieso sintiéndome estúpidamente enamorado.

-¿Qué harás hoy? -se siente en una de las sillas mientras me pone de pie para sentarme en su regazo. Vuelve a rodear mi cintura, hunde su cara en mi espalda para olfatear un poco y después comienza a moder lentamente la piel de ahí.

Siento a mis orejas calentarse por el contacto tan íntimo que estamos compartiendo.

-Haré mi tarea de física, es todo -contestó con un poco de dificultad por sus caricias.

-¿Puedo ir a tu casa? O tal vez salir al cine, lo que quieras -murmura sonriendo.

-No tienes que preguntarlo, sabes que si -le doy un pico rápido en los labios.

-Me dan diabetes -musita Diego y comienzo a reír por que no recordaba que estaba aquí.

-Necesito repetir lo de ayer -susurra Emilio en mi oído, lo que me hace parar de reír para sentir oleadas de nerviosismo pero a la vez esa electricidad que sólo él me provocaba.

Puesto de Besos [Emiliaco] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora