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Mi semana había estado demasiado ocupada debido a la ayuda que le estaba ofreciendo a Azul con lo del puesto de besos, milagrosamente el tío de Diego sabia algo de carpinteria y nos ayudo un poco con la reconstrucción aunque realmente sigo insistiendo en que su tío todo, pero claro, ninguno lo admitió en voz alta.

Después de todo nos había quedado demasiado bien, el proyecto se tenía que entregar en ocho días y nosotros ya lo teníamos casi terminado, estoy nervioso por que repartir besos - a personas desconocidas y conocidas - sera raro pero no puedo ni imaginar si quiera si alguien querrá alguno mío, lo que menos quiero es hacer el ridículo pero ya esto hecho.

El caso es, que debido a que me ocupe tuve que cancelarle a Emilio nuestro plan pero ahora me encuentro camino a su casa, le envié un texto avisando que vendría, no recibí repuesta pero supongo que tenía tarea que hacer, aun así me arriesgue a venir, no se de donde saque el valor y el atrevimiento, pero dicen que los impulsos son buenos. Yo seguí los míos.

Divisó su casa y una sonrisa aparece en mi rostro, traigo un par de pastelillos de chocolate pues se muy bien que le encantan, y espero con todo él corazón que sean de su agrado.

Con mi mano desocupada aprieto el botón del timbre y como es costumbre resuena por toda la casa, esta vez a diferencia de la otra los pasos del otro lado se mueven muy rápido pero logró diferenciar un taconeo, me remuevo incómodo.

Una cabellera rubia me recibe, Niurka. Me sonríe.

—Cariño —me hace un ademán para que pase, siento mis piernas flaquear por que pensé que ella no estaría en casa —¿Buscas a Emilio? —asiento—. Esta en su recámara pero tiene visitas, aun así puedes pasar.

—¿Visitas? —murmuró un poco apenado.

—Si, Isis una chica de su salón —el corazón se me encoge por que de inmediato se quien es, Isis aunduvo con Andrés, unos de mis amigos, terminaron en malos términos y al poco tiempo se comenzó a rumorar que le gustaba Emilio, el sólo imaginar que ahora están juntos y en su cuarto hace que el estómago se me revuelva.

—Creo que mejor me voy —mi voz sale peor de lo que imaginaba, puedo observar como Niurka frunce el ceño.

—¿Por qué? ¿Pasa algo? —cuestiona mientras se dedica a servir un poco de agua en una olla.

—Simplemente fue inoportuno de mi parte, ni siquiera le avise formalmente a Emilio.

—Tú nunca vas a molestar a Emilio —toma mi barbilla y la acaricia tiernamente—. Sube, llevaré bocadillos.

Da la media vuelta y se pierde en la cocina, se que es una orden así que la tengo que acatar, subo algo nervioso las escaleras, no se como soportare estar en la misma habitación que Isis, no se como soportare que ella tenga toda la atención de Emilio.

Hago un mohín con los labios pues el simple pensamiento me tortura.

Sigo mi camino a pasos lentos cuando unas manitas me toman del brazo, doy un brinco pero se de quien se trata. Me giro con una sonrisa y me encuentro con Romí mientras se chupa un dedo.

—¡Joaco! —chilla emocionada, estira los brazos así que me obligó a cargarla.

—¿Cómo estas mi amor?—pregunto cariñosamente, ella ríe.

—Algo cansada —hace un puchero —Pero bien, aunque también estoy enojada —me mira—. Emi hoy no fue por mi gracias a una bruja —murmura como si fuera un secreto, reprimió una risa.

—¿Una bruja? —pregunto divertido.

—Si, una tal Sisi —vira los ojos, me hace sonreír por que jamás había visto en este estado a Romina.

Puesto de Besos [Emiliaco] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora