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"Volcar el auto"

اثنان: "dos" en árabe"

— Mi papá no contesta —dijo Damasco en su mejor español—. Me mandó al buzón.

— El mío tampoco.

Chiloé miró a los demás mientras conducía, todos negaron.

Entonces empezó a sonar una canción.

— ¡¿Qué mierda?!

— Es tu celular.

— ¿Puedes contestar?

— Claro —Damasco tomó el celular—. Aló. Sí, estamos los siete juntos. Si, señor. Sí. Sí. ¿En serio? Espere, ¿qué? ¡Estamos al otro lado! Si, estamos vivos papá. Sí, por supuesto. Esta bien. Tengan cuidado. Siempre.

— ¿Qué pasó? —preguntó Tokio—

— Era el señor ONU, al principio. Preguntó si estábamos juntos y si íbamos al refugio. Resulta que nuestros papás están en el refugio, pero el refugio que está al otro lado del estado.

— Scheiẞe -soltó Berlin molesta-.

— Al menos están bien —dijo Damasco—.

— ¡Pero a cientos de kilómetros lejos!

— Un comentario pesimista más y vuelco el auto.

— ¡Quiero ver qué lo intentes!

— Cállate, es capaz de hacerlo.

— Es verdad.

— Uy, miren, me llamo Chiloé y soy muy genial, si sí, no seas pesimista, uy. Hazme caso porque soy más inteligente y mejor persona que tú. Soy perfecta y nunca cometí ningún error.

Yucatán afirmó su cinturón sabiendo lo que iba a pasar.

O al menos creyó saberlo, la isleña chilota no hizo nada.

Chiloé se quedó callada y Kiev golpeó el hombro de Minsk.

— ¿Qué hice? ¿Acaso molesté a la señorita perfecta?

— No debemos estar tan lejos -mencionó Tokio interviniendo, a lo lejos se observaba una instalación grande-.

— ¿Habrá armas allí? Porque si no, estamos muertos.

— Tan muertos no estaremos -dijo bromeando Damasco a Kiev-.

— En serio, cállense idiotas —Minsk agarró su cabeza—.

— ¿Por qué no mejor te callas tu? —Berlin volteó y lo miró molesto— Solo tiras mierda por tu boca.

— Okey, no peleemos. Solo estamos nosotros siete, debemos permanecer juntos —Damasco no quería que sus amigos discutieran—.

— Eso es pura mierda.

— ¿Sabes quién muere primero en una película de zombies? El imbécil insensible —la yucateca ya se estaba hartando del minscense—.

— Soy realista —se defendió—.

— Siempre dicen eso.

— Pues tienen razón.

— De todas formas mueren.

— ¿Cuál es tu maldito problema?

— ¡¿Qué te importa?!

— ¡Estamos en medio de un puto apocalipsis!

El auto se movió bruscamente.

— ¡No tires el maldito auto por un barranco!

Hasta El Fin Del Mundo [cH/sH]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora