T1E7: Kayu, un día de paz

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Kayu: "seis" en Mapuzungun

Nota: Basta de lágrimas porque se viene lo weno😎

Yucatán abrió la puerta y se sorprendió.

Su amiga estaba apoyada en el baño, sangrando mientras trataba de levantarse.

- ¡¿Qué te pasó?!

- Mi gente... Está... Muriendo -tosió nuevamente-.

Yucatán agarró una toalla y limpió la cara de su amiga.

- Aquí estoy, aquí estoy -susurró abrazándola-.

- Lo siento mucho -sollozó-.

- Hey, te entiendo. Te perdono y perdoname tú a mí.

- No me perdones, no lo merezco. Yo mate a mi amigo y tu hermano -Yucatán acarició el cabello de su mejor amiga-. Veo mis manos y solo veo sangre. Cuando cierro mis ojos lo veo, Yucatán.

- Hiciste lo que debías hacer. Y lo qué él quería que hicieras, Chiloé. No eres una asesina o traidora.

- ¿Lo dices en serio?

- Por supuesto, si dije lo contrario antes fue porque no estaba pensando bien. ¿Desde cuándo nos conocemos?

- Casi doscientos años -respondió la chilota-.

- Eso significa que estamos viejas -rió la yucateca y su amiga le siguió-.

- Es cierto.

- Ah, te traje esto -de su bolsillo sacó un sándwich-. Creí que tendrías hambre.

- Bueno, toser y vomitar me causó hambre. Gracias -sonrió recibiendo la comida-.

- Llamaré a mi papá, debo decirle sobre CDMX. Y tienen que saber lo de Kansas, Oklahoma y Ottawa.

- ¿Qué pasó con ellos? -la chilota no había estado en esa conversación-

- NIH experimentó con ellos también. Aunque nunca vieron los cuerpos de Okla y Ottawa, CIA se enteró por los archivos que tenía guardado.

Chiloé asintió mientras comía.

- Bueno, ¿y qué hay de Tokio y tu? -cambió el tema Yucatán-

- Nada, ¿por qué?

- Como que nada, si se dijeron que se querían.

- Claro -dijo la chilota sonriendo-. Porque es mi amiga, yo también te quiero a ti y a los demás.

- Oh -Tokio le había confesado a Yucatán que quería a Chiloé más de lo que una amiga o mejor amiga lo haría, parece que no es mutuo-.

- ¿Por qué?

- Por nada.

- Okey. Cuando volví a la habitación mi papá llamo para saber cómo estábamos, no le dije que pasó... Bueno, hablamos un rato y todo, Chechenia está con algunos de sus hermanos en el otro refugio, está bien.

La yucateca sonrió ante lo dicho por su amiga.

- Podrías llamarlo después.

- Creo que lo haré.

La puerta se abrió y entraron Berlín y Tokio.

- ¡Estamos aquí! -avisó Yucatán y las recién llegadas se dirigieron a ellas-

- ¿Qué ocurrió? -preguntó Tokio preocupada-

- No es nada, ya estoy mejor.

Las isleñas se levantaron.

Hasta El Fin Del Mundo [cH/sH]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora