◦ 𝙲𝚊𝚙í𝚝𝚞𝚕𝚘 𝙳𝚘𝚜 ◦

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Capítulo Dos

Bye, bye, baby blue

Lolito ya estaba listo para salir con sus pocas pertenencias que tenía

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Lolito ya estaba listo para salir con sus pocas pertenencias que tenía. Solo esperaba a que los amigos que su padre había invitado, ni uno de ellos conocía la existencia de Lolito, bueno, nadie salvo uno, se llamaba Daniel. Y era insufrible, aún recuerda cuando era un niño, un pequeño niño del cual abusó, y su padre no hizo nada, se quedó callado, del otro lado. Realmente odiaba a todo lo relacionado con su padre.

—Maldito bastardo...—susurro al recordar ese terrible momento entre el y Daniel.—Solo era un niño... un maldito niño indefenso.—y si, ¿como un niño de 11 años podría defenderse con un hombre de 20 y pico años? El odio que sintió en ese momento lo ponía tembloroso.

Oía como varias personas salían por lo que significaba una cosa: Solo unos minutos más para lograr escapar. Columpiaba sus pies de adelante para atrás, notándose más nervioso. ¿Y si lo atrapaban? ¿A donde iría? Ahora se arrepentía de que se le haya ocurrido esa estúpida idea de huir. Malditos impulsos gruñó al recordar lo de la cena, a veces era todo un Drama King.

Se levantó cuando escuchó la puerta de al lado cerrarse.

Su padre se había ido a dormir. Era su turno.

Era hora de escapar.

Tomó su mochila y admiró su habitación con poca nostalgia. ¿Que tenía ahí? Nada, sólo era una casa a la cual nunca le llamaría hogar. Nunca se sintió como un hogar. En un pasado muy lejano quizás podía llamar a esa casa así, cuando aún tenía el amor de su familia, si alguna vez lo tuvo. Tal vez en su infancia lo hubieran adorado, nunca lo sabrá. En las escaleras, ahí estaba ese bastardo, ese hijo de puta.

Daniel.

Decidió pasar por alto a ese idiota, no merecía ni un segundo de su atención.

—¡Alto, Manuel!—lo detuvo Daniel adormilado.—¿Adonde vas, Manu?—se quedó callado mientras continuaba caminando a la puerta.—¡Voltea cuando te estoy hablando, Manuel!—soltó un gruñido que parecía más bien un ladrido.—¿Desde cuando te convertiste en un perro? ¡A ver, ladra!

—Imbécil...—susurró entre dientes volviendo a abrir la puerta.

—¿Que dijiste?—pregunto tomándolo de la barbilla haciendo que levantase la mirada.

—¡Que eres un imbécil! ¿O te lo deletreo?—bramo Lolito.

El menor empujó a Daniel haciendo que tambaleara. Por lo cuando estuvo firme, puso una mano en la suave piel de Lolito que estaba ardiendo por culpa de la furia que sentía con aquel hombre. Cuando pasó su pulgar por los labios del pequeño este jadeó.

—¡Basta!—gritó volviendo a empujarlo.—¡Ya déjame en paz, por favor! ¡Ya no soy ese niño que no se podía defender! Pero ahora si, ahora deja de tocarme los huevos, por favor!

El hombre se encontraba desorientado mirando como Lolito abría la puerta de una buena vez,

—¡Au revoir! ¡Et Merci!—se despidió el joven de la larga cabellera naranja.

—¡Au revoir! ¡Et Merci!—se despidió el joven de la larga cabellera naranja

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