CAP VIII

223 25 21
                                    

¿Podía llegar a cambiar algo?

Estaba claro que, mediante su conducta, podía cambiar muchas cosas.

“Shiho” Le llamó. “Deja que te lleve la chaqueta.”

“¿Eh?” Preguntó extrañada al ver cómo le cogía la chaqueta de las manos para cargarla él.

Puedo cambiarlo. Estoy convencido.

Ella paró el paso y el frenó a su lado. “¿Sabes? Me alegro de haber tenido el valor de venir aquí.” Dijo levantando la cabeza y esbozando una media sonrisa.

“Yo también.” Contestó con sinceridad.

<●>

Al lunes siguiente, sus nervios volvieron a subírsele por el cuerpo. Normalmente, Shiho no se presentaba por culpa de los golpes de su tía y después de pasar el sábado juntos, no sabía cómo podía habérselo tomado.

Su lápiz golpeaba nerviosamente el cuaderno que tenía abierto encima del pupitre y sus ojos estaban clavados en el reloj colgado en el frente del aula. Sólo faltaban cinco minutos para empezar la clase y no veía a nadie parecido a ella a través de la ventana.

“Buenos días, Kudo.” Le saludaron por su lado.

Él se giró sorprendido y para su sorpresa, se encontró a la pelirroja con una sonrisa agradable en su rostro.

“Buenos días, Shiho.” Le devolvió el saludo.

Menos mal, estaba bien.

Está preciosa.

“¡¿Qué?!” Contestó ella muy sonrojada.

“Oh.”

Mierda, lo había dicho en voz alta.

Todos los alumnos se sentaron en sus respectivos pupitres. Pero Ran, que desgraciadamente para ella había escuchado ese alago sincero, se quedó observando la cara de Shinichi y Shiho durante toda la clase. No le gustaba nada lo que escuchaba.

“¿Vas a casarte con la rarita?” Soltó uno.

“¡El detective se ha enamorado!” Se burló otro.

“¿De Miyano?¿Enserio?” Comentó una chica en desacuerdo.

Sus compañeros empezaron a hacer comentarios sobre ellos hasta que el profesor puso orden en la clase.

“¡Chicos! Vamos a empezar con la clase.” Dijo el profesor poniéndose serio.

Kudo sentía que no podía concentrarse en nada. Lo único que podía pensar era en que, mañana iba a ser el día que la asesinaran. Era el momento de la verdad.

Cómo los días posteriores, se ofreció amablemente a acompañarla hasta el portal de su casa.

“Oye Shiho…”

“Dime.” Contestó caminando a su lado.

“Mañana te recogeré en tu casa. Podemos ir juntos a clase.”

“Vale.” Dijo parando el paso y mirando hacia el frente. “Mi tía.” Dijo con un tono más serio.

Y en efectivo, su tía se encontraba a unos metros delante suyo, dirigiéndose a su dirección.

“Buenas noches.” Le saludó él con respeto, aunque sin recibir respuesta. “Te recojo mañana, ¿vale?” Dijo despidiéndose de ellas y dejándolas solas.

<●>

Al día siguiente puso el despertador unos minutos antes. No quería dormirse y llegar tarde cuando había quedado con la pelirroja. 

Bajo la nieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora