#012: "Darle al cuerpo lo que quiere"

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-¿Entonces ha sido atacado por un animal? –dijo el policía que me estaba interrogando.

Marcus se encontraba en una de las salas del hospital, un médico le estaba curando, acaba de ser vacunado pos si el animal tenía la rabia y ahora le estaban dando puntos a la herida, mientras tanto yo estaba contándole la historia al policía.

-Un lobo –especifiqué.

El hombre apuntó en una libreta.

-Que raro –añadió con cierto rin tin tin- esta zona no es famosa por haber lobos alrededor y más todavía que entraran a atacar a una persona dentro del pueblo.

Le estaba pareciendo rara esta parte, y menos mal que no le había contado el mensaje que nos había dejado un mensaje, entonces sí que diría que nos lo habíamos inventado. Pero era cierto, se notaba que lo había escrito un animal ya que se marcaban las garras y al final de cada letra se veía la huella de este, aparte de que no había nadie más allí. Antes de venir aquí habíamos borrado aquello y hemos preferido no compartirlo.

-Pero no me lo estoy inventando.

-Le creo –dijo sin quitar la vista del bloc donde estaba apuntando las cosas- entones registraremos la zona y le informaremos. ¿Puede decirme el nombre del chico?

-Marcus Brown.

-¿Y el suyo?

-Mia Evans.

El hombre apuntó los últimos detalles y se guardó el bloc en el bolsillo trasero del pantalón.

-¿Es usted su novia?

-No. –dije después de pensarlo un rato, era segura la respuesta pero no la esperaba.

-¿Familiar?

-No, amiga.

-Bien, pues le informaremos sobre lo que encontremos.

-Bien, gracias.

El guardia se fue alejando y yo fui corriendo a entrar a la habitación donde estaba Marcus. Dentro todavía estaba una enfermera curándole, la estaba vendando pero aun así quise pasar desapercibida y quedarme apoyada en la puerta cuando ya la había cerrado.

-Puedes pasar ya –me avisó la enfermera- ya esta casi terminado.

Parecía ser que Marcus no se había dado cuenta de mi presencia por lo que cuando la enfermera se dirigió a mí se giró totalmente, en su rostro había una sonrisa, traviesa… no me gustaba nada.

-¡Hola, Mia! –y le saludo con la mano que tenía libre.

-¿Hola?

Me sorprendió la actitud que estaba teniendo ahora mismo, era bipolaridad en toda regla, y me causaba gracia, solté una pequeña risilla, al igual que la enfermera. Me acerqué a la camilla donde estaban.

-Es guapa –le dijo a la enfermera.

Alcé una ceja, ¿cómo estaba diciendo estas cosas? O sea, muchas veces me había piropeado, pero no se había comportado como estaba ahora mismo.

-Claro –le dio la razón al chico- ¿Es tu novia?

-Si –dijo él.

-No –rectifiqué yo.

-Casi –corrigió luego él, aunque fuera mentira lo dejé así.

La enfermera volvió a reír, normal, si yo fuera ella también reirá.

-Tranquila, lo han visto nervioso y le han puesto un sedante. –dijo cortando y pegando lo último que quedaba de vendaje.

-Mia, me han vuelto a droga, pero esto no es malo, ¡estas drogas molan! –el chico levantó los brazos con emoción como si estuviera cayendo de una montaña rusa.

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