#009: "dímelo mirándome a los ojos"

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Ni siquiera le miraba a los ojos. Algo dentro de mi me decía que no me convendría hacerlo, aparte de que no quería hacerlo. Me quité el casco que me había ofrecido antes para volver, en la vuelta no había intentado ninguna gracia que pudiera hacer que me cabreara o lo que el intentara conseguir. Me giré y seguí mi camino, ahora lo único que quería era entrar en mi casa y estar tranquila, sin pensar en nada.

-¿Un gracias? –dijo él a mis espaldas.

-Sí, claro, gracias.

Notaba como su presencia me veía desde atrás, como me veía alejarme y me alegraba que no hiciera nada, solo escuchaba mis pasos hasta llegar a mi casa, había sido un día difícil, no sabía si este sentimiento era por todo lo que había ocurrido o simplemente estaba enferma, no pensaba que fuera ser la segunda, pero sentía mi cuerpo pesado y desconectado, como si no pudiera pensar en muchas cosas.

La exnovia de Klye.

La amenaza con Marcus.

La historia de Kyle.

Todo golpeaba mi interior como si quisiera entrar, más profundamente.

Cuando ya estaba delante de la puerta de mi casa busqué en los bolsillos de mi ropa donde podría estar las llaves, cuando toqué algo metálico y rígido lo saqué y lo introduje en la cerradura. No me dio tiempo a girar la llave cuando una mano agarró mi antebrazo y me giró completamente dejándome de espaldas a la puerta y luego agarró mi otro antebrazo, los tenía los dos a la misma altura que la cabeza y mis ojos solo podría centrar en la persona que me estaba agarrando de esta forma: Kyle.

Ni si quiera articulé ninguna palabra, no podía, las palabras ardían en mi garganta, quería preguntarle qué le ocurría, qué pensaba que estaba haciendo y qué quería de mí. Pero no podía decir nada. Solo me quedé mirándole fijamente, aquello ojos, aquel color, la imagen de sus ojos cambiando de color volvieron a aparecer en mi mente, había visto como pasaba de marrones oscuros a amarillos, eso no lo creía posible, lo que me llevaba a otra conclusión: cuando le pregunte a Connor sobre ellos... me dijo que había cosas que serían mejor no saber. Eso me hacía sentir bastantes cosas, mi interior estaba dividido. Él escondía algo y si no pudiera saberlo nadie era porque era un gran secreto.

-¿Me vas a decir ya que te ocurre?

Seguía agarrándome y dejándome apoyada a la puerta, todo su cuerpo estaba pegado a mí a excepción de su rostro que solo lo tenía a unos pocos centímetros. No quería decirle que no quería estar muy cerca de él, por lo que giré la cabeza, rechazándole la mirada.

-Na-nada.

-Mia, vivo con mujeres, creo que entenderás que se cuando a una mujer le ocurre algo.

-Pero... no me ocurre nada. -mentí.

-Pues dímelo mirándome a los ojos.

No quería hacerlo, no quería volverle a ver a los ojos, ese fue el comienzo de todo y sería el final.

-dímelo.

Entonces su rostro comenzó a acercarse, cada vez más y más despacio, su nariz de rozaban mi mejilla, acercó uno de su mano y con el dedo empujo mi cara para que hiciera contacto con la suya, ahora eran nuestras narices las que se juntaban, pero esto no era lo que yo quería cuando casi iba a juntar nuestros labios volví a rechazarle la mirada, y ahora también un beso.

-No me ocurre nada. -le dije.

Puede que ahora comprendiera un poco más todo. El chico en vez de decirme algo se apoyó en mi hombro y comenzó a reírse, no lo entendía, podría soltarme ya, estábamos apoyados en la puerta de mi casa, delante de un montón de casa, las casa de mi vecinos y la suya la de al lado y no quería que alguien pasara por delante y nos vieran, podrían llevarse una mala imagen y luego empezaran a hablar por todo el vecindario y más cuando era nueva y nadie me conociera, que fuera el centro de las conversaciones de todas aquellas viejas que se aburrían y solo manchaban las reputaciones. Intenté apartarlo de mí, pero era pesado, posiblemente no habría pasado ni dos minutos pero se me estaba haciendo eterno e incomodo.

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