-Cap. 09-

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Capítulo nueve: El primero de muchos.

(Aún en los recuerdos de Inuyasha)

Caminaba de regreso a casa tras un largo día, el pronto invierno provoca que haya menos personas en el pueblo, y eso significa que me toma más tiempo lograr vender todas mis verduras.

Suspire agotada, todos los años ocurre lo mismo en esta época.

— ¿Seguiras escondido todo el camino?

Solté con cierta curiosidad, alcé una ceja siguiendo con la mirada aquellos pasos rápidos que me rodeaban.

— No entiendo por qué haces todo esto—dijo saliendo entre los arbustos—. ¿Para qué te gastas vendiendo eso? Podrías solo comerlas para sobrevivir.

— Necesito el dinero—respondí sin deternerme ignorando sus gritos por dejarle atrás.

— ¿Para qué lo quieres? No hay mucho que puedas hacer con el.

Soltó Inuyasha al instante en que seguía mis pasos, generalmente va a mi lado asegurandose de que no nos encontremos con peligros.

— No quiero seguir viviendo en esa cabaña—respondí con una sonrisa vaga—. Solía vivir con mi padre allí, siento que estando aún en ese lugar no podre dejarlo ir completamente. Necesito comenzar una nueva vida, superar mis fantasmas.

Me sentía un poco mal al decir aquellas palabras en voz alta, es primera vez que conversaba sobre eso con alguien.

Se siente extraño, quizás Inuyasha me juzgue mal por eso.

— Entiendo lo que dices...

Su voz extrañamente apagada llamó mi atención, me detuve para verle en silencio. Su rostro no se veía alerta ni curioso como siempre.

— Oye—dije llamando su atención—. No dejes de sonreir, ¿bueno? Con una sonrisa puedes reiniciarle la vida a cualquiera.

Sonreí.

Por alguna razón, sentía que él ha tenido una vida bastante triste y dura. Pero, no quiero indagar más en su pasado. Quizás él no quiera hablar de sus fantasmas, y está bien. Todos los tenemos.

Retomé el andar alejando los malos pensamientos.

— ¡______! ¡esperame!—chilló con su voz llena de energía como siempre.

Le dedique una mirada retadora, luego comence a correr con toda la velocidad que tenía.

Reíamos como niños, por un segundo solo eramos dos almas libres de todo peso y dolor. Aunque, yo no conozco la carga que lleva Inuyasha en su espalda, me gustaría compartir aquello; de esa forma ambos nos acompañaríamos.

Los días pasaban con la misma rutina, él me acompañaba a todo momento. Menos cuando llegaba al pueblo, Inuyasha prefería quedarse entre los arboles a escondidas de todos, eso me hacía sentir mal.

Han pasado algunos meses desde que nos conocimos con Inuyasha, cada vez es más fácil compartir cosas importantes entre nosotros.

Él es el único amigo que tengo.

Sí se va, volvere a estar muy sola.

Por primera vez, en mucho tiempo, le temo a la soledad.

El invierno ya había llegado, este año estaba más cruel que otras veces.

Me abracé con la mandíbula tensa, mis manos dolían.

Sentada en el interior de mi cabaña, espere en silencio la llegada de Inuyasha.

Flechados / InuyashaxTúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora