-Cap. 13-

717 147 23
                                    

Capítulo Trece: De regreso a Casa

Desperté por los gritos alegres de los niños que jugaban fuera de la cabaña de Kaede.

— Los pequeños siempre tienen energía—la voz de aquella anciana llegó el lugar, me senté para buscarla con la mirada.

Ella se encontraba de pie en la puerta observando el exterior.

— ¿Tienes hermano?—añadió con curiosidad.

— Uno—respondí rápido, no pude evitar sentirme triste al recordarlo. Él y mis padres deben de estar preocupados—. Creo que es hora de que ya me marche.

Suspiré agotada, realmente dormir de esta forma es duro para alguien que está acostumbrada a la comodidad.

— Primero—fue la voz de Inuyasha la que quebraba el silencio—, debes comer algo.

Él venía entrando a la cabaña con unos peces colgando de su espalda, solté un grito por su forma tan descortés de hacerlo.

— ¡Fuera!—grité con vergüenza, la anciana Kaede me había prestado la parte superior del traje de sacerdotiza, y por dormir, este estaba algo suelto y corrido.

Inuyasha, que venía entrando con sus ojos cerrados orgulloso de aquella pesca. Pero, al escuchar mi grito él abrió sus ojos de golpe como sí fuesen dos grandes platos.

— ¡P-Perdón!—dijo fuerte apenas salía fuera de la cabaña, pude ver su rostro avergonzado cuando nuestras miradas se cruzaron.

La anciana Kaede que observó todo en silencio, solo se limitó a negar con la cabeza al ver la reacción de ambos.

— Es un bruto—murmuré molesta, mi corazón latía fuerte por los nervios del momento—. Lo matare, estoy segura que terminare matandolo.

Una pequeña vena irritada se marcaba en mi frente, comencé a pensar en algún plan para vengarme de Inuyasha.

— Tus mejillas estan muy rosadas—habló la anciana Kaede con burla, le lancé una mirada asesina.

— Ya está—dije golpeando mis piernas—. Me largo de aquí, ire a asesinar a ese viejo.

La anciana Kaede rió despacio para sí, ver esa sonrisa en su arrugado rostro me causó melancolia. Al parecer, es una mujer que ha dejado de sonreir desde hace bastante tiempo.

Me levante como corresponde y ordene las cosas que la anciana me había prestado.

— Te acompañare—dijo Kaede segura de sí misma.

— No es necesario—sonreí—. No me gustan las despedidas, y estoy segura de la ubicación de aquel pozo.

La anciana Kaede suspiró vencida, asintió desganada y me despidió desde la puerta de su cabaña.

Le dedique una última mirada.

No sé sí querre volver nuevamente a éste lugar.

— ¡Esperame, _______!—la voz de Inuyasha llamó mi atención, él que se encontraba en el techo de la cabaña bajó para encontrarse conmigo—. ¿Vas a salir? Ire contigo.

Le miré sin expresión alguna, su rostro se puso pálido por ello.

— ¿S-Sigues molesta?—dijo con la voz cortada, parecía estar esperando un gran golpe.

Me crucé de brazos y fruncí el ceño.

— Vuelvo a casa—solté con la voz seca—. Fue un gusto conocerte, Inuyasha. Ten por seguro que le hablare de ti a ese viejo cuando le esté moliendo a golpes.

Flechados / InuyashaxTúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora