-Capítulo Diez-

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Min Seok hizo un baile mental cuando pudo bajar las escaleras sin morir en el intento. Sus piernas se sentían de gelatina pero no podía quedarse allí, esa no era su casa. Sin mencionar que la reunión quedó sin terminar y probablemente los demás estaban esperándolos. ¿Se le notaba mucho la cara de recién muy bien follado? Min Seok sospechaba que sí porque era así como se sentía. Min Seok rió tontamente, Jong Dae era bueno, muuuuy bueno. Él podía acostumbrarse a eso.

— ¡Hyuuung!— le regañó Jong Dae mientras bajaba las escaleras—. Te dije que me esperaras y te ayudaría a bajar.

— No estoy inválido, puedo caminar.

— Pero no te vez muy estable...

— Jong Dae...

— Está bien— sonrió divertido, le gustaba picar a Min Seok.

Min Seok soltó un bufido entre molestia y diversión para luego sonreírle cálidamente. No quería ilusionarse pero justo ahí, mirando a Jong Dae a los ojos, Min Seok sentía que todo estaba bien en el mundo, que estaba en donde debía estar, con quien debía estar. Y era la sensación más rara y reconfortante que había experimentado en su vida. Quizás... solo quizás... ellos si estaban hechos el uno para el otro.

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— Vamos, los demás deben estar esperando por nosotros— habló Jong Dae titubeante, caminando hacia donde se escuchaban las voces de sus amigos.

Jong Dae sintió la urgente necesidad de poner distancia entre Min Seok y él al ver la mirada de su hyung, de repente sintiéndose abrumado con todo lo que estaba sucediendo en su vida. Era como si se hubiese subido a una montaña rusa, queriéndose bajar a último momento pero sin poder hacerlo, siendo arrastrado por un constante sube y baja y muchas vueltas que no podía manejar. Sentía que el control de su vida se le estaba yendo de las manos y no podía detenerlo.

— Dae, ¿estás bien? No te ves bien— la voz preocupada de Min Seok lo detuvo segundos antes de que estirara su mano para abrir la puerta para entrar a la cocina.

Jong Dae se maldijo interiormente. ¿Por qué estaba entrando en pánico? Era un alfa, maldita sea, debía actuar como tal no como un gatito asustado.

Respirando profundamente, se giró para enfrentar a Min Seok, y al ver su expresión se maldijo aún más. Joder, no solo había conseguido preocupar a su hyung sino que también lo había herido, podía verlo en la profundidad de sus ojos. Se conocían demasiado bien que no podían esconder casi nada del otro.

— Si quieres estar solo, yo...

No lo dejó terminar, acortó la distancia y lo abrazó con fuerza, necesitando de golpe la cercanía y el afecto. Dios, ¿qué estaba pasando con él? Estaba enloqueciendo.

Sintió los brazos de Min Seok encerrarlo y apegarlo mucho más a él, frotando su espalda suavemente, en un movimiento calmante que solo hizo a Jong Dae sentirse peor. Min Seok le había dejado marcarlo, le dio el mejor orgasmo de su vida, y él se lo estaba pagando haciéndolo sentir mal. Encima sabía que Min Seok también debía tener sus propias preocupaciones con lo que estaba pasando pero en ningún momento se las había agarrado con él ni verbal ni física ni emocionalmente. Vaya, Jong Dae sin duda merecía que le dieran la cinta por ser el mejor maldito amigo del mundo –nótese el sarcasmo.

— Yo... creo que estoy perdiendo la cabeza— se sinceró, mínimo le debía eso, hacerle saber que no era por él, que era por la situación lo que le estaba empezando a cobrar peaje.

— ¿Quieres ir a casa?— preguntó suavemente, sabiendo que no era momento de interrogatorios.

— Pero la reunión...

-Apareamiento Inesperado-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora