Shae tenía un esguince leve en el tobillo, nada que no arreglara un poco de reposo de unos cuantos días donde sus tareas pasarían a ser sutiles, eso a ella no le gustó, no quería sentirse con la fragilidad de una muñeca de porcelana.
Sebastían lo masajeó, esto le generó un leve dolor pero pronto lo vendó tras untarlo con una crema mentolada para la disminución de dolores musculares.
—Eso deberá hacerla sentir mejor dentro de poco —le dijo él, mostrándole una leve sonrisa. Ella devolvió el gesto con la misma amabilidad.
—Muchas gracias —contestó ella, con las manos sobre el regazo.
—Por ahora, límitate a ayudar a Finnian, Mey-Rin o Bard con sus tareas, hasta que puedas ponerte al corriente. Si sientes que molesta demasiado, entonces toma reposo. En ésta casa, la salud es lo primero —le dijo poniéndose de pie una vez más, colocándose los guantes blancos con su característica elegancia.
No esperó una respuesta, abandonó la habitación de inmediato para que ella pudiera reemplazar sus ropas mojadas y así lo hizo, colocándose un uniforme idéntico al anterior. Esperó al rededor de una hora, con el tobillo descansando sobre una almohada antes de salir de su cuarto con dirección hasta el patio trasero donde se hallaba el tendedero. Tras colgar el vestido húmedo, decidió caminar al rededor de la mansión sabiendo que en el jardín delantero se hallaría con Finny podando y desmalezando los rosales favoritos del Joven Amo.
Le pareció que era bastante hermoso y grande, no esperaba menos tomando en cuenta el lujo de la mansión pero le pareció un ambiente bastante ameno, el tipo de lugar donde podría sentarse una tarde entera con un libro entre las manos, si supiera leer claro está. Con torpeza alcanzaba a escribir su nombre con trazos vagos.
Siguió caminando por el jardín, ignorando por completo los ojos que le observaban. Cuando llegó con Finny se encontró con el rubio nervioso intentando mover de un lado a otro macetas que contenían rosas rojas pero tres de ellas se rompieron en sus manos, tras cada ruptura, rompía en llanto. La escena la dejó descolocada; ¿cómo podía tener tanta fuerza? ¿y cómo es que podía ser tan tierno a la misma vez? No sabía si reír o gritar por la estupefacción que todo aquello le causaba pero tomó todo de sí ignorarlo y actuar con normalidad.
—Finny —le llamó desde un par de metros de distancia, el rubio se detuvo en seco para mirarla.
El jardinero le sonrió, saludándole con la mano y dejando caer la maceta que se rompió en varios pedazos, la tierra se esparció sobre el césped y las flores que contenía por igual. Dejó salir una exclamación, ella se cubrió la boca para no reír.
La brisa fresca del jardín le gustaba así como también el aroma de las rosas que impregnaba el aire. Se fijo en que los rosales principales eran de flores blancas, le parecían de lo más hermosas y elegantes pero, en macetas varias, habían rosas rojas que daban un toque de color al inmaculado jardín.
—¿Por qué no te encargas de terminar de cortar las marchitas y luego riegas todo? Yo puedo encargarme de las macetas —ofreció ella, intentando disimular la impresión detrás de su tono.
¡Y pensar que la había abrazado poseyendo esa fuerza desmedida! No podía dejar de pensar que podría matarla solo con sus manos y dada su contextura, no sería muy difícil.
—¡Claro! —respondió con su par de pupilas verdes resplandeciendo por la alegría que le causaba tener su compañía—. Pero... ¿y tus deberes?
Se le veía más preocupado que consternado, ella elevó su falda un poco, a penas lo necesario para poder ver el vendaje al rededor de su tobillo.
—Tuve un pequeño accidente con el jabón, Sebastían me encomendó ayudarlos a los tres hasta que pueda hacer mis tareas. Solo puedo hacer poco esfuerzo con mi pie, pero mover algunas macetas no será mucho ¿sí?
Decidió omitir la participación de Ciel Phantomhive dentro de su relato, no creyó que a él le hiciera mucha gracia hacer público el accidente.
Ella le sonrió, un simple gesto encantador que sonrojó al rubio quien solo asintió repetidamente antes de ponerse manos a la obra.
Shae caminó con cuidado, empezando a limpiar la tierra, los pedazos rotos y llevando las rosas a una nueva maceta aún sin tierra. Finnian hacía sus deberes en silencio, algo nervioso pero de forma eficiente y aunque se equivocó un par de veces no fue nada grave. Después de cada tanto la miraba de reojo, pero ella nunca lo notó.
Por otro lado, el Conde Ciel Phantomhive se hallaba en su estudio luego de haberse cambiado la ropa mojada por un conjunto perfectamente planchado. Seguía avergonzado, con alta probabilidad de acertar, podría decirse que pasaría apenado todo lo que restaba de día, no estaba seguro si podría volverla a ver al rostro sin rememorar la bochornosa escena que quisiera eliminar de su memoria.
—Se le ve distraído —comentó Sebastían mientras le entregaba una carta sellada, venía de parte de una de las fundaciones benéficas que apoyaban.
Al parecer habría un tipo de evento con el fin de recolectar fondos, a Ciel no le extraño recibir una invitación formal para éste. El conde tomó la carta, la abrió y leyó por encima los saludos cordiales, las palabras de cortesía y pasó a lo que realmente importaba; la fecha y lugar. Tendría lugar en un mes, por lo que tendría tiempo suficiente para hacer lugar en su apretada agenda llena de deberes, reuniones vacuas y otras eventualidades más relevantes.
—No te hagas el gracioso, idiota —reprendió el Conde, viendo las intenciones tras la frase. Sabía que el mayordomo presenció su caída por las escaleras y su no tan incómoda caída—. ¿Le sucedió algo a ella?
No le importaba mucho, solo preguntaba porque es el deber de un amo velar por la salud y bienestar de la servidumbre bajo su mando. O eso era lo que él quería creer.
—Un esguince —respondió el mayordomo—. Ya lo he tratado, le encomendé ayudar a los demás, parece más centrada que el resto de los sirvientes. Por unos días, quizá una semana, no deberá exigirle mucho a su tobillo.
Ciel se mostró confundido, anonadado, levantando la mirada hacia el demonio.
—¿Un esgu-...? Pero mientras estuve allí ni siquiera se quejó, no pensé que sería más de un moretón —dijo, aún con el semblante transmitiendo la duda que sentía.
—Mientras estuvo allí —afirmó el mayordomo—. Pero los ojos se le llenaron de lágrimas a penas el Joven Amo desapareció por el pasillo.
—Uh... —el Conde apoyó la espalda en la silla, frunciendo los labios—. Hay algo raro en ella, cuando estuve con ella; me recorrió una extraña sensación.
—Comprendo que esté en una etapa donde sus hormonas responden primero que usted, Joven amo. Me veo en la obligación de recordarle que es un hombre comprometido que debe guardarse para su esposa hasta los próximos dos años —dijo el demonio, intentando reprimir la sonrisa que se formaba en sus labios y también las ganas de reír.
El noble no se lo tomó igual de bien.
—¡NO HABLO DE ESA CLASE DE COSAS, SEBASTÍAN! —gritó, con las mejillas enrojecidas en una combinación de incomodidad, vergüenza y molestia.
—Es fácil confundirse por el recuerdo de una sugerente escena —comentó el mayordomo.
El Conde se pasó las manos por el rostro, se acarició el puente de la nariz tragando saliva. Pasaron unos cuantos minutos para que recuperara la compostura característica de él.
—No hablo de un ámbito sexual —insistió el noble—. Era diferente, como emocional.
—Sé a qué se refiere, pero no tengo idea de su origen —concedió el mayordomo, tomando el testimonio en serio—. Al estar cerca de ella, emana un tipo de energía que no es común en humanos.
—¿Sugieres qué...?
—No, no; ella es una humana, no tengo ninguna duda —interrumpió el demonio—. Sin embargo, hay algo extraordinario en ella. No creo que ella sea consciente de ello.
—¿Tú también lo has notado? —cuestionó el conde.
—Desde la primera vez que le hablé —respondió el demonio—. Una razón más por la que puede ser útil, cautiva a las personas, pero soy un demonio así que no es tan efectivo.
—Quizá pueda ser útil —murmuró el Conde, anotando la hora, fecha y lugar del evento caritativo antes de lanzar el papel a la chimenea donde se consumió por completo.
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Un Mal Augurio | Ciel Phantomhive |
Fanfic𖦹──𝐂𝐢𝐞𝐥 | Un día gris, una noche sin luna, el graznar de un cuervo; solo podían ser indicios de un Mal Augurio, algo muy malo. ❝... Y aún así, mi alma te amará incluso después de mi muerte.❞ ──────⊹⊱✫⊰⊹────── Ciel Phantomhive x Lecto...