La espantosa convulsión del suelo había reducido el gran subterráneo a deplorable estado. Las gigantescas pilastras, que sostenían las altísimas bóvedas y que poco antes parecían poder resistir los terremotos más formidables del globo, yacían en tierra, partidas unas en treinta o cuarenta pedazos, y desmenuzadas otras; las paredes, que quizá durante millares de años habían desafiado, sin conmoverse, el embate de las aguas y las erupciones volcánicas, habíanse agrietado y presentaban enormes hendiduras, y las bóvedas, que quizá también durante miles de años sostenían el peso de montañas y aun de ciudades enteras, habían cedido y embarazaban, con sus restos, las orillas y el río. El lecho mismo de las aguas habíase elevado a causa del tremendo impulso e inclinándose de tal suerte, que la corriente bajaba con furia irresistible.
En todo el espacio alcanzado por la luz de las lámparas no se veían más que montañas de piedras, fragmentos de roca, y peñascos enormes, que habían hundido el terreno y yacían, en gran parte, sepultadas, junto con trozos de pilastras y de bóveda.
-¡Qué caos! -exclamó Burthon-. Ese maldito terremoto nos ha destruido de cabo a rabo la galería. ¡Vaya una fuerza!
-¿Habrá padecido así toda la galería? -preguntó O'Connor.
-Muy fuerte ha sido la sacudida -dijo Sir John-. Por espacio, lo menos, de doscientas o trescientas leguas hallaremos huellas de la convulsión terrestre.
-¿Se habrá sentido también en la superficie de la tierra?
-Sin duda alguna, Burthon. Sólo estamos a dos mil seiscientos pies de profundidad.
-Entonces habrá causado daños considerables.
-Tal vez a esta hora yacen miles de personas bajo las ruinas de alguna ciudad destruida.
-¿Miles de personas? Muchas me parecen, señor.
-Por lo visto, Burthon, no crees mucho en la violencia de los terremotos. Pero ¿qué dirás si yo te aseguro que el año 525 un terremoto sepultó, en Antioquía, a 250 000 personas?
-¡Qué atrocidad!
-¿Y que el terremoto del año 1755, en Lisboa, mató, sólo en seis minutos, 60-000 personas, y otro, en 1783, sepultó, en la Calabria, más de 40 000?
-¿Pero tan formidable es, pues, un terremoto?
-Nada resiste a semejantes convulsiones del suelo. Ni las ciudades, ni los montes, ni los océanos.
-¿Cómo? ¿Tampoco los océanos?
-También los mares son sacudidos terriblemente por los terremotos. En 1746, el Océano Pacífico se retiró dos veces y otras dos se lanzó con irresistible furia contra las costas del Perú, destruyendo enteramente a Lima, Callao, Cavalla, Guanapa y Otros dos puertos. De las veintitrés naves, que había ancladas en El Callao, hundiéronse diecinueve, y las otras cuatro, rotas las anclas, fueron arrastradas por la campiña y abandonadas en seco a gran distancia de la costa.
-¡Vaya una oleada que debió ser aquélla! -dijo O'Connor.
-¿Hizo muchas víctimas aquel terremoto? -preguntó Morgan.
-Muchísimas -respondió el ingeniero-. Baste decir que de los 4000 habitantes, que contaba El Callao, no sobrevivieron más que veintiséis.
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El tesoro de los Incas
AdventureUna traducción del célebre escritor italiano Emilio Salgari