четыре

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La tarde fue tranquila; deteniendo a criminales y traficantes de droga que se perdían como gatos callejeros y sin embargo el súper intendente desearía haber faltado ese día, ya que cada vez que uno de sus compañeros abría la boca era para decirle comentarios sobre las marcas de su cuello.

La hora terminó y la joven seguía en la puerta esperando mientras miraba su móvil, llevaba un tiempo teniendo una pelea con una amiga muy cercana a ella, mientras peleaban por llamada las lagrimas se le saltaron y el azabache estaba acostado contra el marco de la puerta.

— ¿¡Qué yo te he dejado de lado?! Has sido tu la que se a dedicado a insultarme y amenazar me por Twitter – exclamaba por la línea, después de unos gritos e insultos más la joven la cortó diciendo: — Mira, estoy harta de tu actitud inmadura, no me vuelvas a hablar y como te atrevas a volver a amenazar me por Twitter te juro que voy a ir a por ti – al terminar agachó la cabeza y mordió su labio inferior intentando aguantar las lágrimas.

El azabache y gran parte del cuerpo sabía de las amenazas hacia la menor, pero esta las negaba diciendo que no le llegaba nada u otras excusas que nunca funcionaban. . . Un suspiro se escapó de su boca y se acercó a la menor abrazando la por la espalda escondiendo su rostro en su cuello, la joven notó el calor y empezó a llorar en silencio aferrándose al mayor.

— Lo sabías desde el principio ¿verdad? – preguntó un hilo de voz. Asintió dejando que la mejor empezara a llorar.

La joven se dio la vuelta y se abrazó a él llorando en silencio, lo único que podía distinguirse eran los sollozos e hipos que salían de su boca. Al terminar de llorar la menor fue la que dio paso a separarse.

— ¿Sigues queriendo ir al mercado? – eso hizo que la menor diera una pequeña sonrisa mientras se secaba las lágrimas.

— Sí. . . – el adulto le acarició la cabeza y caminó hacia el coche seguida de la menor.

En el camino los dos estaban callados, el mayor le miraba de reojo y la menor miraba el paisaje apoyando su cabeza contra el cristal. La mano del azabache se alzó y encendió la radio haciendo que una canción sonara.

— No me digas que. . . – se dio la vuelta con una pequeña sonrisa.

I'm a Barbie Girl in a Barbie World
Life in plastic, it's fantastic – empezó a cantar el azabache moviéndose de izquierda a derecha.

You can brush my hair, undress me everywhere
Imagination, life is your creation – le siguió animandose un poco.

Come on Barbie, let's go party! – dijeron al unísono empezando a mover los brazos o sus cuerpos de un lado al otro en el asiento.

Entre cantos de canciones llegaron al supermercado, se bajaron del coche y cerraron la puerta.

— ¿Vas a comprar algo? – preguntó la menor ya que la que iba a comprar el maquillaje era ella.

— Sí, algo compraré.  . . – titubeó indeciso.

Los dos entraron en la tienda de maquillaje y después de 3 muestras de corrector en la mano de Conway encontraron su color.

— ¿Puedo comprar algo más? – la menor se rascó la nuca.

— Claro, es tu dinero – le respondió mirando el movil.

— Ah si. . . Eso. . . – soltó una risita nerviosa. Los dos se quedaron en silencio.

— ¿Cuanto te has traído? – cortó el silencio el azabache.

— Un euro – el miedo se escuchó en su voz, seguido del rostro del mayor haciendo una mueca.

Chasqueó la lengua y le dio cuatro billetes sin decir nada y en cuanto la joven los agarró salió caminando como si nada.

❍領袖┆ 𝐃𝐚𝐝𝐝𝐲 𝐁𝐮𝐲 𝐌𝐞 𝐀 𝐍𝐨𝐫𝐭𝐡 𝐊𝐨𝐫𝐞𝐚.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora