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Me había despertado mucho más temprano de lo habitual. Le preparé el desayuno a Haechan y se lo dejé junto a la cama antes de salir de casa.

Ya era el día y estaba demasiado nervioso. No había hecho nada malo ni ocultaba nada grave, no le había sido infiel a Donghyuck.

Volví al mismo parque que tanto amaba, entre las pocas personas que estaban allí logré divisar una cabellera morada, su rostro se encontraba oculto entre sus piernas. Aquel chico estaba en una banca atrás de donde siempre me sentaba por las mañanas, quizá fue eso lo que me impulsó a acercarme.

–Hola, ¿estás bien?– Se limpió rápidamente el rostro y me sonrió dejándome helado, sus ojos confirmaban que había estado llorando– Chenle...–

–Hola, Hyung. Es muy temprano aún, ¿qué hace aquí?–

–Eh, yo sólo quería caminar. Lele... ¿Qué sucede?– Sonreí tratando de darle confianza –Puedes contar conmigo–

–Sólo son cosas del pasado... –Respondió restándole importancia –¿Nunca te has sentido solo?–

–Cuando llegué a Corea estaba completamente solo, pero fui conociendo gente nueva y conseguí amigos increíbles. Los seres más especiales en mi vida son mis padres, pero aquí conocí a personas que me hicieron sentir especial a mí– Sus ojos se agrandaron y lloró apoyándose en mi hombro– Llora todo lo que necesites, así luego podrás mostrarme tu bella sonrisa–

Estuvimos allí toda la mañana, sin hablar, con su cabeza reposada en mis piernas y mi mano pasando por su cabello. Cuando se calmó fuimos por algo de comer y su ánimo lentamente volvió a ser el mismo de siempre.

Al verlo sonreír no podía evitar hacerlo yo también y de tanto reír nuestras mejillas se sonrojaron. Allí comprendí lo necesaria que se había vuelto para mí su sonrisa.

No me contuve más y finalmente lo besé.