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Mira sus ojos verdes, son bellos, muy bellos, poseen un verde realmente hermoso, ni como negar aquella verdad, pero la persona dueña de aquellos orbes tan hipnotizantes no es como sus iris, por supuesto que no, porque es cruel, posee una maldad a flor de piel, tan auténtica, tan viva que goza de ella, la disfruta porque le gusta.

Lo deja de observar por un momento, y ve lo que tanto le duele y le lastima, pero hay una realidad que ya debe comenzar a aceptar o terminará por enloquecer. La locura ya incluso lo esperaba con los brazos abiertos,sólo hacía falta sucumbir a ella y dejarse ir, pero no quería, es más se negaba a su destino.
Su vida podía estar ya escrita pero no quería ser parte de aquel cuento de terror, en donde tenía que estar con aquel hombre que no amaba, sólo porque su hilo rojo lo unía a él ¿En qué cabeza podía caber tal disparate? En una muy retorcida seguramente.

Desde que tenía memoria había tenido el poder de ver el hilo rojo, ese mismo hilo rojo del que tanto hacía mención la mitología China, y desde que eran consciente de lo que significa el mismo, le había tocado ver personas unirse o separarse para empezar de nuevo con alguien más porque el hilo era imparcial y jamás se equivocaba, por eso cuando vio su hilo rojo unido a TJ, el capitán del equipo de básquet, de su colegio lloró pero no de emoción sino de miedo y tristeza. Él no quería aquel chico sin embargo, sabía que era cuestión de tiempo para que aquello cambiará, porque él era como una mariposa y TJ ya le había cortado las alas.
Y cada vez le tocaba ver como de su amor por Jonah Beck, a quien quiso siempre, se desvanecia sin remedio, mientras que aquél hilo invisible lo ataba todavía más a quien ahora le pertenecía, y no, a diferencia de la mitología China, su amor con TJ no era color de rosa, era cruel, e incluso siniestro. En un principio no lo comprendió, le pareció absurdo, pero si algo era verdad era que el amor podía adaptarse a la verdadera forma de ser de uno y TJ era crueldad absoluta.

—La homosexualidad está mal—le recriminó con ira,con toda la que portaba.
Cyrus sabía que TJ era un homofóbico irracional. Incluso había golpeado a un compañero que era gay.

Era alguien cegado por creencias religiosas que sobrepasan lo anormal, por lo que jamás se molestó en explicarle su poder, sí lo hacía era capaz de tomarlo por loco por eso jamás le confesó que sus destinos estaban unidos.

—La homosexualidad es una aberración.

Le dijo.

Calló al oírlo, no tenía sentido contradecirlo. Eran sus convicciones después de todo.
—¡Tú incitas la homosexualidad! ¡Con esos ojos! ¡Con esa boca! Tu cuerpo produce deseos impuros en mi.

Cyrus bajó la mirada.

—¡Incitas el deseo! ¡El pecado! Eres una vil puta ¡La peor de todas!

Y sin decir más lo penetró, duro y tendido, castigado aquel cuerpo por despertar sus más bajos instintos.

Gimió al ser invadido. Gimió una y otra vez.
Entonces TJ lo obligó a ponerse en cuatro y una vez más lo penetró sin condón, porque aquel cuerpo no merecía consideración por lo que debía aceptar ser manchado por él.

—Tu cuerpo me absorbe sin pudor ¡Como una puta! ¡Tan puta! 
Gritó fuera de si, sujetando las caderas ajenas con toda fuerza.
—No dejaré de castigar tu cuerpo hasta que dejes de provocar deseos impuros en mi.

Gimió ¿Acaso aquello alguna vez sucedería? Probablemente no.

Hilo rojo |Tyrus|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora