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El día que se declaró homosexual, no fue malo pero tampoco fue bueno, es decir sus papás se sorprendieron, cuando después de comer el postre y estando aún en la mesa, charlando con sus abuelos, dijo de repente: soy gay.
No lo gritó, tampoco lo dijo en voz baja, por lo que alcanzó a oírse muy bien lo dicho.
Su madre lo miró, su padre también y su abuelo tragó grueso ¿Había oído bien? Incluso, el que en realidad era su padrastro y no su padre, creyó oir mal, era posible después de todo ¿No? El silencio que se formó resultó molesto, entonces lo confirmó: soy gay  yo, soy gay.
Ese día sus abuelos se marcharon sin despedirse.
Su madre lo abrazó y lo apoyó. Incluso Todd, su padrastro lo apoyó, así que se podía decir que todo estaba bien.

Al día siguiente, se lo dijo a sus amigos, y Jonah se lo dijo a Goss, (su compañero en el equipo de frisbee), Beck desde luego que no lo había hecho con mala intención, se le había escapado tal verdad, después de intentar justificarse por llegar tarde a entrenar siendo que era él, el capitán de dicho equipo, el problema en si, era que Goss se lo había dicho a toda la escuela.

Recibió burlas pero también mucho apoyo, y todo fue perfecto, hasta que en la clase de arte, fue escogido por la profesora como modelo, a partir de ahí nada estuvo bien, nada volvió a estar bien nunca más.
Sirvió como modelo también para chicos de años superiores, y ahí todo el caos inició. Ya no modelaba sólo para sus amigos sino para otros perfectos desconocidos.

Unos ojos verdes se clavaron en él, durante una clase en donde servía como modelo, no le dio gran importancia, y es estaba ahí para ser observado.
En la siguiente clase pasó lo mismo, también lo ignoró. 
En la siguiente clase pasó nuevamente lo mismo pero también lo ignoró, pero cuando comenzó a sentir aquellos ojos verdes ya no sólo en las clases de arte sino también en sus ratos libres, cuando estaba en la cafetería, o cuando estaba en sus clases de gimnasia supo que quizás todo no estaba tan bien como pensó.
Sintió miedo pero no demasiado, porque todo era cuestión de poner un alto a la situación y ya.
Pero no quería voltear, no quería levantar la vista, no quería siquiera ir hacia la misma dirección que aquella persona, porque le asustaba ver como después de que aquellos ojos verdes, comenzaron a ser parte de su día a día, su hilo rojo del destino, por fin había aparecido y no quería saber con quién estaba unido de por vida, porque tenia la impresión de que no le gustaría la respuesta.

—¿Puedo irme ya?

—Todavía no.

Amber, continuaba pintando. Hacia mucho que había terminado pero no deseaba dejar libre al pobre chico.
Todos se habían marchado y sólo estaban ellos dos en el aula.
La profesora se había marchado pero la rubia se había valido de sus mañas para retener a Cyrus ahí. Le había dicho que deseaba hacer otra pintura de él, cosa que era mentira, porque sólo deseaba retenerlo ahí hasta que su amigo por fin regresará.
Cyrus era demasiado bueno para negarse a su pedido y marcharse y TJ era demasiado débil para ocultar sus deseos impuros y Amber sólo quería ver a aquellos dos perder la cabeza por mera diversión.

—¿Te falta mucho?
Había comenzado a molestarle estar en la misma posición.

La puerta se abrió y TJ entró.

Cyrus no volteó a verlo y sin embargo, sabía que se trataba de él.
Amber sonrió al verlo.

—Ya terminé.
La rubia se marchó y muy contrario a ella, Cyrus ya no tuvo oportunidad de imitarla.

—Eres unas de las tantas fallas en la creación de Dios—le dijo, mirándolo fijo—pero te voy a corregir.
Porque no iba a permitir que alguien tan pecaminoso  corrompiera a alguien más.

Hilo rojo |Tyrus|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora