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Sí algo era verdad, era que habían personas que disfrutan mucho con el pesar o la desgracia de otras personas, mientras que sólo se limitaban a ser un mero espectador de aquel sufrimiento.
La locura ajena era tan divertida. Tan hermosa y por demás divertida, o así lo creía Amber, quién en verdad se retorcía de goce ante la desdicha ajena.
Tomó el pincel, mientras que se quitaba uno de sus cabellos rebeldes del rostro, los mismo que dejaron de ser parte de su coleta, algo que por supuesto era a causa de que había tenido que correr para llegar a tiempo a la clase de arte, porque hasta hace muy poco había estado follando con un compañero.

Y es que ella sólo era alguien que había pecado mucho, alguien con muchas ganas de ser imitada, porque todo sería más placentero si era de esa forma. Porque así cualquiera de sus errores pesaba menos, porque así tendría la perfecta excusa para seguir con su vida sin un mínimo de control, porque si alguien más cometía sus mismos pecados, estos dejaban de ser vistos como tales y se volvían algo mucho más habitual. Entonces todo era perfecto.

Pasea su lengua por su labio inferior, saboreando el semen que fue hace poco vertido en su boca, entonces observa a quien debe pintar.
Se trataba de un chico de segundo año, un perfecto don nadie, hasta hacia unos meses atrás que se había declarado abiertamente homosexual, desde entonces había captado su atención. Realmente había captado tanto su atención, pero de una forma no muy sana, dado que en uno de sus tantos delirios se lo había imaginado siendo abusado sexualmente.
Y es que si se tomaba en cuenta que era un gay recién declarado en una escuela donde la homofobia estaba a flor de piel y las mentes perversas eran lo último que faltaban no era una idea muy descabellada.

Más tarde, cuando estuvo fuera del colegio junto a su amigo TJ mientras esperaban a Kira, una bizarra idea asomó su mente.

—He escuchado unos rumores...—su amigo mantenía su mirada en su móvil—dicen que el chico homosexual de segundo está fornicando con cualquiera que se lo pida ¿Es de terror no crees? 
El basquetbolista ignoró su comentario ¿Qué más se podía esperar de una puta atrapada en el cuerpo de un hombre?
Pero una semana más tarde, la rubia continúo.

—Tiene una carita muy dulce, supongo que debe sentirse muy bien verlo mientras da una buena felación.
Su amigo la observó de mala manera dado que odiaba a los homosexuales. Eran una falla en la creación de Dios.

Pero a Amber le divertía tanto hacerle pasar malos ratos.

—¡No es mi culpa que haya nacido para ser follado y no para follar!
Le gritó en forma de burla mientras le mostraba su dedo medio perfectamente elevado. Y es que nuevamente le había hablado de Cyrus.
TJ cambió de dirección, porque ya no quería saber más nada de ella, entonces se colocó sus auriculares y caminó hacia la cafetería hasta que sin poder evitarlo un pequeño cuerpo chocó contra él, manchando su ropa con la botella de agua que la otra persona portaba.
Furioso se quitó los auriculares porque obviamente el choque no había sido su culpa sino de quién había avanzado hacia él sin mirar.
—¡Perdón!

TJ observó al chico en cuestión, quien en su vergüenza sólo deseaba desaparecer por su torpeza.

—Justo tenías que ser tú.

Le manifestó de mala gana.
Cyrus sintió gran confusión por sus palabras.

—¿Cómo? 

—Personas como tú no deberían existir, pero te voy a corregir.

Y esa fue la primera de muchas veces, donde  a Cyrus le tocó usar su boca en la polla de TJ para calmar la ira de este último.

Hilo rojo |Tyrus|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora