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El ser humano, era en esencia una criatura de lo más frágil, tan sencilla de romper hasta hacer de ella mil pedazos hasta que de esta misma no quedará nada, y una prueba viviente de ello, era Cyrus, un chico homosexual como tantos otros, pero con una debilidad mental equivalente al más débil cristal.

Y Amber, junto a Thelonius no hacían más que llevarlo al límite, aunque la rubia se riera a carcajadas de esta última palabra, porque no creía que existiera una frontera, un fin.

Con una sonrisa que poco a poco se va desvaneciendo, al ver llegar a Amber hasta él, se pregunta si estará bien continuar al lado de ella, ya que desde que la conoció no había hecho más que unirlo una y otra vez a su verdugo. Quería poder odiarla o cuando mucho sentirse molestó con ella por todo el daño que le había causado, sin embargo nunca permitía que un sentimiento tal como el odio o cualquier otra emoción negativa, fuera parte de él.

Con una gran sonrisa, la rubia le ofreció un muffin de chispas de chocolate, el postre que tanto le gustaba, y por supuesto que se abstuvo de aceptarlo, ya que si bien no la odiaba, sentía un poco de recelo, y la de ojos color cielo no podía reprocharle su actitud porque se había ganado a pulso aquella desconfianza.

Pero a pesar de todo, se quedó al lado de Cyrus.

—Sé que ahora no lo perece pero te hice un favor.

Es más debería estar agradecido por todo lo que hacía por él, pero en lugar de eso la estaba jugando con su mirada llena de desconfianza, por lo que estando asqueada de su actitud tan distante, continúo explicando.

—Es más no debería pesarte ser de TJ, porque en un futuro no muy lejano ya no será así y entonces te podrás liberar de él.

El de ojos color miel, la observó y escuchó sin comprender muy bien hacía dónde quería llegar, por lo que decidió marcharse lejos de la rubia, pero en aquel momento, ella dijo algo que marcaría un antes y un después en su salud mental.

—Dentro de no mucho tiempo, él encontrara tu reemplazo—se acercó hasta Cyrus, entonces le habló en el oído—encontrara una mujer que pueda darle hijos y entonces se olvidará de tí.

Porque no por siempre estaría detrás de su persona, porque Thelonius como cualquier fanático religioso, tenía unos papás y un sólo Dios al cual obedecer.

Y ahora fue la de ojos color cielo, la que siguió su camino, mientras que Cyrus se quedó ahí, de pie observando a la misma nada, entrando a un estado de shock absoluto, ¿Sería posible lo que Amber acababa de decir? Entonces por primera vez en mucho tiempo, ya no deseo ser libre, porque aunque fuera sólo por causa del hilo rojo, él amaba de Thelonius, y sin importar nada no se sentía nada bien hacerse a la idea de que algún día tendría que compartirlo o peor aún: dejarlo.
Caminó desolado sin un rumbo fijo, preguntándose si algún día dejaría de ser tan miserable.

Hilo rojo |Tyrus|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora