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—Eres tan hermoso como sólo una mujer debe serlo...—lo tomó del mentón—eres la reencarnación del pecado, tan hermoso, tan bello.

Y no debía serlo. No podía ¡Era un hombre! ¡Un hombre por Dios! 

—Te deseo tanto, demasiado incluso para mi propio bien.

Lo besó ferozmente, con ganas de lastimarlo,  y sin más le quitó la ropa, toda la que lo cubría, entonces su propio cuerpo reaccionó y estuvo tan duro como un mástil, Cyrus miró hacia otro lado al notar su erección.

—¡Mira lo que haces con mi cuerpo! ¡Me haces pecar! 
Lo obligó a estar de rodillas ante él.
—Era normal hasta que te conocí.

Le recriminó, y le hizo tragar su pene, le penetró la boca a su antojo y se dejó ir gimiendo lo bien que se sentía aquel acto tan primitivo.
Y el quiso castigarlo todavía más, quería que más de un pene entrara en Cyrus, quería verlo siendo víctima de una violación, quería que fuese sometido por varios hombres a la vez ¡Porque juraba que la homosexualidad estaba mal! Sabía que Cyrus era absoluta tentación, pero cuando se imaginó a aquel de mirada color miel en otros brazos que no eran los suyos enloqueció de ira, y una sensación por demás demandante  lo invadió incitándolo a matar a cualquiera que se atreviera a ponerle una mano encima, por lo que decidió que sólo él sería el encargado de castigar aquel cuerpo.

Guió aquel cuerpo hasta su cama y lo besó de punta a punta, recorriendo con su lengua toda la longitud de este, era delicioso, prueba ferviente de cuán peligroso era ¡Podía lograr que cualquier otro pecara! ¡Tenía el poder para hacerlo! Y no iba a permitir que aquello pasará.

Aquel húmedo agujero se había adaptado tan bien a él ¡Tan deliciosamente bien! Lo succionaba tan magistralmente que su cabeza perdía la capacidad de razonar.

Por supuesto que cuando Cyrus tuvo su orgasmo quedó inconsciente dado que ya era la tercera vez que lo hacían en la noche, y cuando TJ se corrió en su interior, por fin lo dejo en paz, dejándolo tan lleno de él como le era posible.
Se dejó caer a su lado, porque también estaba agotado, pero no por esto dejó de hablar con el cuerpo inconsciente de su compañero de cama.

—A veces quisiera violarte, ser más duro contigo porque te lo mereces—pero no podía porque el placer de Cyrus era también su placer—sin embargo, la idea de secuestrarte me satisface más.

Sería hermoso, porque así y sólo así, Cyrus dejaría de ser una amenaza para los demás y entonces podría complacerlo sólo a él.

Horas más tarde cuando Cyrus despertó, se desconcertó al verse solo en la cama, por lo que se despertó de golpe, para encontrarse con TJ en un rincón de la habitación, observándolo.

—Decías mi nombre mientras dormías ¿Tenías alguna pesadilla? 

Cuestionó mirándolo fijamente.

—No lo recuerdo bien—se sentó sobre la cama—sólo recuerdo tu rostro.

Y es que los efectos del hilo eran poderosos, y como correspondía él no podía ser indiferente al sentir de TJ. Ya no podía.

 —Gemias mientras dormías—le confesó—incluso dormido ansias el pene de un hombre.

Cyrus bajó la mirada.

—¿Es qué nunca estás satisfecho? ¿Es que no puedes con esos deseos impuros? ¿Ellos te dominan?

Se acercó a él, le quitó las cobijas de encima, y se posicionó en medio de sus piernas.

—No es correcto tener un cuerpo tan lujurioso.

Por lo que debía castigarlo, entonces lo penetró y tanto él como el propio Cyrus, se dejaron ir.


Hilo rojo |Tyrus|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora