36: ¿Quién es ella?

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Ubicación desconocida
11:15 am

Una de las ventajas que tenía empezar las actividades cotidianas a temprana hora es que al filo del mediodía ya podía considerarse haber sido productivo.

Salió del cuarto de baño, la toalla rodeaba su cintura. Se secó el cabello con la segunda que llevaba sobre los hombros. Buscó una muda sencilla entre sus pertenencias, era fin de semana, por lo tanto al ya haber cumplido con sus tareas no tenía planes de salir.

La familia que tenía no estaba con él, nadie lo molestaría. Y también, había tenido éxito en persuadir a sus colaboradores para evitar participar en juergas. Retiró la toalla de la parte baja del cuerpo y comenzó a vestirse. No, contrario a lo que tradicionalmente media humanidad debía pensar a él no le interesaba formar parte genuina en dichas reuniones. Si lo hacía era para guardar las apariencias.

Le parecía poco inteligente hablar de sexo, autos, deportes y mujeres. Emborracharse hasta perder la conciencia. Eso solo lo hacía un hombre sin rumbo ni eje en su vida. El ya tenía el suyo y ese era Bárbara. Ella no lo sabía y estaba bien que así fuera de momento.

Entendió que si quería lograr su cometido debía manejarse con calma. En los últimos días decidió dejarla en paz, total, con los reportes del investigador privado se encontraba al tanto. Pero existía un suceso rarísimo acontecido el viernes anterior que lo mantenía en duda: Su diosa de mirada gatuna se le esfumó al investigador en un restaurante.

Entró pero no salió. Por obvias razones no podía averiguar directamente, solo dependía de una única línea de investigación: el automóvil abandonado de su amor.
El detective le reportaba constante. Diez horas atrás le notificó que la camioneta fue resguardada en una residencia particular en las Lomas de Chapultepec, al oeste de la capital. Una colonia adinerada y segura.

Desde entonces no tenía noticias sobre ella. Como si se la hubiese tragado la tierra. Dispuesto a hacer su propia indagatoria terminó de vestirse y se sentó frente a la computadora que en coordinación con su móvil hizo un chequeo de datos.

El mapeo virtual le mostró la propiedad que a su vez le facilitó ubicar con exactitud las cámaras de tráfico en los alrededores, proporcionándole así imagen de video a tiempo real.

¿De quién sería la casa? Su amada no poseía propiedades en la zona. No hasta donde sabía. Probablemente pertenecía a una de sus amigas ricas, como la superficial de Patricia o la cretina proxeneta de Laura Leguina. Prefería pensar que el vehículo estaba en casa de una de las dos, aunque no le simpatizaran.

Otra posibilidad le taladraba la cabeza, visualizarla le generó una terrible desazón: Bárbara siendo protegida por otro hombre, no por él.

Echó la cabeza hacia atrás, en un intento vano de deshacerse del mal presentimiento que comenzaba a atosigarlo. La presión naciente que sentía en el pecho le hizo caer en cuenta que por centrarse en su objetivo principal estaba olvidando un punto importante que era de preciso cuidado: la competencia, su competencia.

Sabía que las mujeres gustaban de tener varios prototipos de parejas, cortejándolas, mimando su ego, queriéndolas. Su hechicera no era la excepción, de hecho era peor que la mayoría. A su parecer tenía un gusto perverso en coleccionar hombres y hacer de ellos lo que quisiese. ¿Y que tipo en su sano juicio no se ofrecería encantado a postrarse a los pies de aquella reina?

No los conocía pero se encontraba enterado de su existencia. No por Bárbara a quien le incomodaba en apariencia el tema, ni siquiera necesitaba ser un genio para confirmarlo.
Todos igual de amenazantes y competitivos, el que jugara más rápido sus cartas la ganaría. No se quedaría atrás, no debía. Volvió su vista al monitor y espió las redes sociales de la mujer, buscando pistas queriendo conjeturar.

No cabía duda de la inteligencia de la joven, en sus sitios de internet pasaba totalmente como soltera, ningún nombre masculino salía a flote. Tendría que redoblar esfuerzos para encontrarlos, intuía que estaban ahí.

La repentina notificación de WhatsApp le hizo prestar atención a su celular, se trataba del investigador. Abrió el mensaje desde la aplicación y procedió a la lectura.

«El cuate:

La casa a donde fue llevada la camioneta pertenece a una tal María Eugenia Montijo. Es lo único que tengo de momento, cuando sepa más se lo haré saber. Hasta luego.»

Lotería, un nombre. Ahora debía de tener en consideración el posible nexo entre Bárbara y la tal Eugenia. Suspiró aliviado, menos mal no se trataba de otro. La tranquilidad del dato le hizo tomar un segundo móvil, resguardado en uno de los cajones del escritorio. Buscó el número de la mujer de su vida, su eje y le escribió:

«¿Te ha gustado mi regalo? Es el primero de tantos. El amor de mi vida merece eso y mucho más. Quiero estar cerca de ti por siempre. »

Releyó su confesión y la envió. Deseaba que no tardara en dar respuesta.

Volvió a la primera labor. Era hora de ir construyendo el círculo social de Bárbara Urdapilleta. Amigos, familiares, conocidos, compañeros de trabajo y amantes. A todos los tomaría en cuenta, quería conocerlos. Estaba seguro que algunos servirían a su propósito aunque no fuesen conscientes y a otros tendría que eliminarlos.

Irene apareció en su mente en vivo y a todo color. Sonrió. Las siguientes semanas serían interesantes y divertidas a más no poder.







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Ehm, sí, se que demoré un poco.
Verán, soy muy aficionada al anime y manga.
Y hay uno que ganó totalmente mi corazón en estos meses y, del cual ya estoy preparando fanfics para quitarme la sensación de vacío y la melancolía que me dejó su final. Si, estoy hablando de Kimetsu no Yaiba —O Demon Slayer, como se le conoce en occidente—
No lo supero, en verdad...todo fue muy shockeante. ¿Alguien lo sigue o lo leyó? ¿Qué le pareció? Debido a la impresión y el trabajo que me costó asimilarlo me distraje en muchas cosas por varios días y por ello tardé en venir.

En fin, espero que les haya gustado el capitulo y muchas gracias por el apoyo. Nos estamos leyendo de nueva cuenta en Junio ✨

Alguien que te quiereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora