3: Dudas y temores

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Para ser un verano caluroso, en Guadalajara llovía a cantaros. Aprovechó que Laura le permitió salir a estirar las piernas como una especie de receso en su preparación para lo que le aguardaba en la noche. Gracias a sus nervios no podía pasar bocado, así que se decidió a ir al Oxxo más cercano al hotel para ir por un frappé de frutas con la intención de calmarse e intentar abrirse apetito.

Ya con el frappé en mano y en la fila para pagarlo dio un vistazo a la zona de periódicos y revistas, y tomando en cuenta el consejo dado por la rubia el día anterior se hizo con un ejemplar impreso del diario de Guadalajara. En la primera plana se leía «El cártel de los Rojos conquista Jalisco».

Uno de los males de México más notables era el Narcotráfico. Ese negocio que movía millones de dólares todos los días dejaba a su paso una estela de muerte y caos. Desde que empezó el combate por parte de la presidencia de la república las actividades de los cárteles dejaron de centrarse exclusivamente en los estados del norte para distribuirse por todo el país. La contienda era un todos contra todos, para la población ya era frecuente enterarse o ser testigo presencial de la disputa entre los grupos delincuenciales por las plazas. Guadalajara y su zona metropolitana comenzaba a ser un destino atractivo para estos y a juzgar por la nota del periódico el nombrado cártel de los Rojos se coronó vencedor.

La joven no poseía mucho conocimiento del tema, solo sabía lo que escuchaba en los noticieros de vez en cuando. Pero era consciente que la gente de los cárteles eran personas muy peligrosas y sanguinarias, a los cuales nadie quería toparse. Su metodología para infundir pánico en la población era exitosa, los ciudadanos estaban en zozobra permanente. Un escalofrío recorrió su espalda de tan solo pensarlos. Notando que estaba próxima a pagar volvió el periódico a su doblez original y sostuvo mejor el frappé, que por lo húmedo del vaso se le estaba resbalando de los dedos. Una vez que pagó se encaminó de nueva cuenta al hotel con el periódico bajo el brazo, la lluvia había cedido un poco convirtiéndose en una llovizna y el cielo no parecía querer decidirse si darles un día soleado a los tapatíos o seguir con la jornada melancólica que acompañaba al mal tiempo.

Una ajetreada Laura la recibió de vuelta, quien se había tomado el tiempo de armar posibles outffits con toda la ropa que compraron. La jovencita dio varios sorbos a su vaso y se dirigió a su madame sin dejar de mirar los atuendos.

—¿Por qué preocuparse en elegir un atuendo en especial si ese hombre no va a tardar en desvestirme apenas y me vea? —inquirió, apática.

La mujer río. En los días que llevaban juntas ya estaba más que acostumbrada a esos comentarios de su parte.

—Ya te dije, el trabajo de escort no es netamente sexo. También serás encargada de acompañar a mis clientes a donde quieran y eso incluye eventos sociales...pasarás muchísimas horas vestida y maquillada, entreteniéndolos y escuchándolos. —quiso hacerle entender tratando de ser comprensiva con su inmadurez.

—Estoy segura que el tipo que ha elegido para desvirgarme va a abalanzarse sobre mí ni pasando diez minutos de llegada. Todos esos hombres que contratan escorts y prostitutas son así. Por eso pagan, para ahorrarse todo la cortesía hipócrita y el choro mareador de cortejar a una mujer para llevársela a la cama. —respondió, sin parar de dar sorbos ruidosos a su frappé gracias al popote.

—No creo, lo conozco. —dijo, pensativa. —de hecho sabe que será tu primera vez y me dijo que buscaría que la experiencia fuese especial para ti. Y es raro, porque él no es de sutilezas, todo lo contrario. Cuando lo conozcas te darás cuenta que es una combinación extraña del cielo y el infierno.

—Si claro, lo especial que me depara será que ese chacal va a destrozarme. Literal. Como ser violada. —respondió Bárbara, sarcástica.

—Cállate, dices muchas tonterías desagradables. —ordenó la madame dedicándole una mirada pesada, tomando algunas de las prendas en sus manos—Aún nos quedan varias horas y tengo que decidir cómo irás vestida para que Thiago te maquille y peine acorde.

Bárbara la ignoró y se sentó en el único sofá de la habitación. Aprovechó su compra y comenzó la lectura del periódico para esfumar siquiera mentalmente la presencia irritante y autoritaria de Laura y su propio temor que en su primera vez pudiera ser violada o algo peor. Un temblor se apoderó de su pulso, alarmándola. Los malditos nervios que tenía comenzaron a empeorar.

Al caer la tarde ya estaba lista. Aprovechando su estatura Laura había seleccionado un vestido color coral ligeramente largo que estilizaba su delgada silueta. Al ser escotado puso atención en este, resaltando de modo elegante la zona de sus pechos que al ser levemente prominentes llamaban la atención sin caer en lo grotesco. Incluso Thiago se encargó de resaltar dicha área, en conjunto con el maquillaje de tonalidad cálida que destacaba su rostro de muñeca. Los tres acordaron que su cabello iría suelto, ya que lo tenía tan bien cuidado que valía la pena lucirlo pero con el fin de no parecer una versión latina de Morticia Addams le dieron un estilo ondulado.

Cualquiera que la viese diría que estaba más que lista para participar en Nuestra Belleza México pero estaba tan nerviosa que ni siquiera reparó del todo en su aspecto. Fuera de la habitación alguien tocó a la puerta, Laura consultó su hora e intercambió sonrisitas cómplices con su amigo. Fue a recibir al extraño del exterior mientras que Thiago al notar el estado de la chica le ofreció un té de manzanilla que esta aceptó sin rechistar y le dio instrucciones.

—Creo que ha llegado tu hora, luces como una reina y vas a volverlo loco. —mencionó amable a modo de reconfortarla. —Mira, aquí están todas las cosas que necesitarás mientras estás con él. —le dio una pequeña maleta de mano con ropa, zapatos y artículos femeninos y de belleza.

Sin mediar palabra alguna con el estilista tomó la maleta, Laura regresó a la habitación para indicarle que era hora de partir.

—¿Me llevarás con él? —musitó la hermosa chica en un tono y gesto suplicante.

—Lo siento guapa. —negó. —Ha mandado a sus hombres por ti. Pero no tienes que temer, mi querido cliente me juró que va a tratarte como mereces. —puso su mano sobre el hombro desnudo de la menor.

—Claro, como merezco. —respondió en un deje sarcástico producto de los nervios.

—Estarás bien, yo me haré cargo de tus pertenencias mientras tanto. —mencionó conduciéndola por el pasillo ante la mirada atenta de Thiago que la despedía con una sonrisa y ademanes de ánimo. —Nos veremos en unos días. Ya tienes mi número de celular por cualquier cosa y estamos en contacto.

A la salida de la habitación un par de hombres de aspecto sospechoso custodiaron a la joven. Uno de ellos le hizo darle la maleta y en un acto que no duró ni dos minutos cateó en ella, en busca de algo sospechoso como una pistola. Al no encontrar nada siguieron con su camino y Laura la despidió con una sonrisa fresca, que a la joven le pareció burlona e inadecuada. Al fin y al cabo no era ella la que se iba a acostar con un hombre desconocido.

Ya fuera del hotel subieron a una camioneta enorme de color negro con vidrios polarizados del mismo color. Bárbara se dio cuenta que en el vehículo venía otro par de hombres ocupando el asiento del conductor y copiloto. Los que la acompañaron se sentaron a sus costados. Se pusieron en marcha con rumbo desconocido, ya que los vidrios polarizados y los dos hombres no dejaban la opción de contemplar el camino. Esperaba distraerse para aliviar su estado de alerta.

Una sensación extraña comenzó a invadirla al cabo de unos minutos, se sentía demasiado relajada y de un momento a otro su vista comenzó a pesarle acompañada de una oscuridad profunda hasta perder la conciencia. 

Alguien que te quiereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora