•Capítulo 2•

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"Si la inteligencia fuera flor, tú serías un cilatro"

---¡No es justo! ---articulo, chocando abiertamente la palma de mi mano derecha en la mesa. ---¡Exijo un cambio!

El hombre, de aproximadamente sesenta años, frente a mí me mira alzando una ceja, desconcertado, con las gafas negras de pasta reposando sobre el puente de su nariz. Trato de no mirarle a los ojos, centrándome en el pliegue deforme de su camisa de franela.

---Emma, le voy a pedir que se calme. --- su voz parece suave y relajada mientras la mía es aparatosa y chillona.

En un hecho, en vez de voz Dios me dio un pito.

---¿Por qué me puso con él? ---me paso la mano por el pelo y tomo una gigantesca bocanada de aire. ---¿No se supone que en la Universidad tenemos la libertad de escoger a quién deseemos como compañero?

---Libertad sin libertinaje Emma. ---dice, sin gracia. ---Debería sentir gratitud, le dejaré entregarme la tarea a pesar de que ni siquiera se dignó en aparecerse por aquí. ---coloca el bultico de libros de encima de su escritorio dentro de una maleta y se pone de pie, mientras yo lo persigo. ---Él es un estudiante estelar y fue el único que quedó sin compañero...

---¿Él? ¿Sin compañero? ---inconscientemente suelto una carcajada. ---Permítame dudarlo.

---Hadel, le aconsejo que solidifique esa relación con su compañero, deben superar eso porque la obligaré a hacer el trabajo con él. Ya sabe, lo harán sí o sí. No crea que por ser la hija del alcalde tendré preferencias. ---añade sopesándome con cierta fascinación antes de marchar rumbo a su auto.

En una escala de enojo del uno al diez yo ando en un ocho. Si, en un ocho, pues el ocho acostado representa un infinito. Ando tan estresada que comienzo a considerar que está situación no tiene ni tendrá nunca un final.

Jamás creí en la estúpida frase: "Cuando no quieres ver a alguien es cuando más te lo encuentras", hasta esta porción de tiempo.

Los DiSalvo son como la piedra en mi camino y estoy tropezando tanto con ella que están a punto de creerme su título de propiedad.

Pasada mi "nutritiva, sustanciosa y muyyy suculenta" conversación con Jules, introduje el cuerpo en el salón de Biología a la par del timbre. Esperé que todos salieran para acercarme al maestro y nada más hacerlo recibí la noticia de que Jaden y yo seríamos equipo en un Trabajo Práctico obligatorio. Una congoja se concentró en mi abdomen y aún no me he podido desprender de ella.

Mis Malditos Vecinos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora