•Capítulo 15•

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"Ojalá tu próxima pareja pueda darte lo que yo no te di, veneno, por ejemplo"

Vaya racha ganadora, muñeca, estás que un estornudo te dura, probablemente, más que la buena fortuna.

Como si estuviera hipnotizada, me quedo echándole un vistazo a la silueta erguida de alicaídos ojos caramelo y sonrisa apretada que reposa frente a nosotros, apoyando el peso de su cuerpo, casi en su totalidad, contra la mampostería de mi puerta.

Instintivamente mis dientes mastican la carne blanda del interior de mis mejillas, sabiendo que algo no marcha bien. Después de todo, es la última persona que esperaba encontrar en mi casa, una vez que cruzara la puerta. La herida abierta de ansiedad me roe la piel como ciento de polillas a un mueble de madera. La boca se me reseca y las manos, por alguna recóndita razón han empezado a segregarme sudor.

Las marcas carentes de iluminación en mi casa me trasmiten otro pequeño espasmo de pavor, como si la premeditación de que algo es incorrecto no es incierta. Incluso la ausencia de las típicas expresiones pintorescas, románticas y vivarachas en el rostro del chico no ayudan ni un poquito.

 ——¿Quién coño te crees tú para decirle a mi novia, Emmyta?——la voz del pelinegro a un lado mío me saca del trance, con su rostro como el de un niño furioso que atraviesa por un junto torrente de emociones, malas en su totalidad.

El chico ante una de todas aquellas palabras que dijo Jordan inclina la espalda como si hubiese recibido un doloroso golpe fulminante en el abdomen, capaz de trancarle la respiración.—¿Novia?—pregunta, en dirección seguida a mi mirada y el primer pensamiento que llega a mi cabeza es la palabra dolor, en letras rojas y mayúsculas. Pero así es la vida. No siempre podemos recibir los sentimientos en la misma cantidad en la que los damos. Y sobre el amor...eso es un maldito cliché, y no es cierto, nunca el que más amor da es el que más amor recibe.—Y así es como te das cuenta de que nada dura para siempre.—su boca da una sonrisa rota, antes de susurrar en un tono muy bajo.

—¿Qué pasó? ¿Se te borró el tatuaje del chicle?—escuadriña mi novio pinchando la burbuja sentimental de emotividad. Frunzo el ceño y pego en su antebrazo, él ni se inmuta. Su falta de sentimientos formulando las palabras y su manera de actuar me hacen dudar de su condición humana. Gruño con cansancio.—¡Acaba de decir quién jodido eres!—lo que tiene no son celos y está muy lejos de serlo. Lo suyo es dominación y posesividad, como la de los animales salvajes antes sus presas; no luchan por ellas únicamente para sacirse el estómago, Lo hacen para demostrar quién es el verdadero líder de la manada.

—No te debo presentaciones,—la seguridad en su voz me recuerda al pequeño niño que a pesar de la incertidumbre me pidió ser su novia.—la que me tiene que conocer me conoce.

—¿Te conoce? ¿Quién? ¿Tu mamá?

—Jordan.—lo corto de tajo cansada de su actitud de machito y mr aparto un poco de él para mirarlo a la cara.—¿Por qué no te vas a  tu casa y descansas un rato?—propongo.—Es tarde y en un rato tenemos clases. Yo necesito atender al invitado y tú una ducha con agua fría. 

Mis Malditos Vecinos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora