Max y Marisol aún no podían digerir lo que vieron: varios cuerpos tirados con los báculos de fuego incrustados, les generaba escalofríos mientras caminaban hacia la entrada donde estaba Elías; que miraba con desdén el cadáver del jefe de esos terroristas. Marisol, que seguía mirando a su alrededor con la mano en su boca, chocó con la espalda de Max que se detuvo a mitad de camino.
—Puede, que él nos ayude —murmuró Max; apretando fuertemente sus puños.
—¿Acaso te estás volviendo loco? —susurró Marisol, algo incrédula—. En estos momentos no veo diferencia alguna entre Elías y... ese maldito que...
—Lo sé Marisol, pero... no tengo alternativa. Aunque te recuerdo que Elías nos iba a vender, solo que ahora necesito ver la forma de cómo utilizarlo.
—Bien te entiendo, planeas hacer que luche de nuestro lado. ¿Qué se te ocurre?
—Se dice que podrían ayudarnos con nuestras habilidades PSI, puede que uno de nosotros aprendamos algo mejor que la hipnosis. Ya sabes lo que sigue.
—Si, viéndolo de ese modo, es lo único que nos queda. Todavía sigo un poco furiosa en la manera en que casi nos entrega por información que no le dimos.
—¿Verdad? Ahora hay que dar lo mejor de nosotros para que todo marche a la perfección mientras nos adaptamos aquí... ¿estás conmigo, verdad Marisol?
—Por supuesto Max —ella expresaba determinación—, de eso ni lo dudes.
—¡Eso es, compañerismo ante todo! —interrumpió Elías, con ingenua sonrisa.
—¡¿QUÉ?! —ambos gritaron y se alejaron de él diciendo—. ¿Desde cuándo?
—Hace poco —levantó una ceja—, escuché que ambos quieren dar lo mejor en este museo y me preguntaba si podía ayudar. Claro, si ustedes desean.
Max y Marisol se arrepintieron de no haber usado la telepatía de antes, pero en eso notaron que Elías no los escuchó del todo, ya que la actitud fría y asesina que tenía hacia sus atacantes; se borró y veían a un joven sereno y carismático.
—Dime Elías. ¿Cómo puedes estar tan tranquilo? Yo estaba aterrada, pero vos.
Elías ladeó un poco la cabeza, él ya había advertido que estaba acostumbrado a este tipo de enfrentamientos con esos terroristas, pero luego recordó que, en los documentos; leyó que ellos no tenían mucha experiencia en combate.
—Lo mismo diría de ti y de Max, lograron acabar con algunos terroristas allá en la azotea y pueden mejorar aún más sus habilidades si quisieran.
—Lo que Marisol te está diciendo es sobre esa naturalidad tuya, para nosotros que es la primera vez matando a esos terroristas nos cuesta asimilar un poco a pesar que no sentimos culpa, pero era nuestra vida o la de ellos. Y en tu caso, así seas un pyroquinético experto o un maestro en artes marciales, cada paso tuyo no tenía ni una pizca de duda. ¿Cómo conseguiste esa otra fuerza?
—Max, acabas de decir algo que es cierto, era su vida o la de ellos, en lo que a mi respecta, yo no considero valiosa la vida de los terroristas, aunque ustedes lo vean muy cruel, a esa clase de gente que mata a otros por ser diferente, son solo basura; y la basura hay que eliminarla... esa sería mi otra fuerza, creo.
Al escuchar su sádica determinación; Max, evitando reír; le siguió indagando.
—Elías, ¿en qué ciclo de tu vida, empezaste a tener ese tipo de pensamiento?
—En mi pubertad, todavía recuerdo con rabia como estos malditos terroristas mataban a niños psicoquinéticos sin piedad —Elías trataba de contener su ira.
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Guardianes de Mitos
ActionA una década para el siglo veintidós la humanidad estaba dividida en dos clases: los Naturales; personas comunes y corrientes cuya fuerza e inteligencia le dieron forma a la historia de sus naciones. Y los Psicoquinéticos; humanos con habilidades es...