05. Matar dos pájaros

879 3 13
                                    

Cuando el maestro sintió las bajas temperaturas de la noche, les pidió a todos que ingresaran al museo. Una vez en la sala, Elías vio a las momias y empezó a jugar con una de esas falsificaciones como si fuera una marioneta.

—¿A quién se le ocurrió esta idea? Recién noto la mala calidad de este muñeco.

Edward iba a responder de inmediato, pero Solimán, algo irritado; intervino arbitrariamente.

—¿Y eso importa? Te recuerdo Elías, que este desastre sería mayor si las reliquias no hubieran sido cambiadas, así que limítate en no criticar y ser agradecido.

—Vete a la mierda —murmuró Elías.

—¡¿Qué dijiste?!

—Que te muevas a la izquierda, pondré la momia en su lugar.

Todos lo habían escuchado: Max tose para no reírse y Edward trataba de ocultar sus carcajadas con las manos. Mientras las chicas, que mostraban pesadez en sus rostros, se miraron entre ellas con unas leves sonrisas.

—Luna —señaló a Elías y Solimán con la mirada—, ¿siempre es así?

—Pues, ¿me creerías si te dijera que esto es todos los días, Marisol?

Ambas se conocieron cuando Solimán, horas antes; invitó a los extranjeros al museo. Fue en ese momento donde Luna, terminó de atender al tercer estudiante para después ir por Elías y este sea su guía... o eso era el plan.

Retomando el presente, Luna mostraba signos de preocupación, ella caminaba de un lado a otro en la sala, estaba intentando buscar al tercero, incluso con su pulsera uso una aplicación de rastreo holográfico, pero no tuvo éxito, ella apaga su máquina cuando ve al maestro acercarse a los extranjeros.

—A partir de dos días ustedes dos serán académicos, tienen este fin de semana para seguir conociendo su centro de estudios; Solimán guíalos a sus habitaciones. Y en cuanto a lo sucedido; Luna, Elías, vayamos a mi oficina.

—Si maestro —ambos lo acompañan, mientras Solimán hacía su parte ahora como guía de Max y Marisol.

Dentro de aquella oficina, Elías contó de cómo se encargó del centenar de terroristas que perseguían a unos estresados Max y Marisol; pero omitiendo lo poco que sabía de ese estudiante faltante. El maestro que estaba sentado detrás de su escritorio, con las manos juntas frente a su rostro dice:

—Con una cantidad así, diría que lo de hoy solo fue el primer ataque.

—En serio maestro, de tantos niños ricos que estudian aquí, ¿qué hace tan especial a Max y Marisol del resto?

La organización PSI Nina Kuntur, no solo vela por los psicoquinéticos dentro del museo, sino también fuera de ella. Tanto los docentes como sus capacitados aprendices se dedicaban en proteger a los suyos de la Hermandad Purificadora. Pero últimamente algunos terroristas cambiaron sus objetivos; ahora estos capturaban y extorsionaban de forma exclusiva con los que venían de otros países o cuyo origen sea de familias pudientes.

El personal de la organización se sentía obligado a encargarse de los rescates, generando que el patrón de secuestros bajara. Aunque la cantidad de terroristas que atacaba a cada joven psicoquinético era de dos o tres, este último atentado, con cien; fue la gota que derramó el vaso.

En estos momentos el maestro Edward, miraba seriamente a Elías y dijo:

—No quería creer la información que me envió tu madre, pero tendría sentido si lo escuchaste de ese terrorista —Edward relaja sus hombros—. Elías, se trata que Max Zevallos, es hijo del primer ministro de México.

Guardianes de MitosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora