Capítulo VIII. Un lugar lleno de maldad

181 20 9
                                    

Capítulo VIII. Un lugar lleno de maldad
—qué extraño. Hoy no he recibido ningún mensaje o llamada de Takafumi. ¿Todo estará yendo bien?—se preguntó a sí mismo un muy preocupado castaño. Desde que había salido de su casa y hasta la tarde que no había sabido nada de su mejor amigo. Se preocupó aún más al darse cuenta de que su celular no estaba por ningún lado. Lo buscó y buscó, pero al final no halló absolutamente nada. Bueno, podría esperar a llegar a casa y ver a su amigo. Estaba portándose como un paranoico, pero tenía un mal presentimiento. Terminó de hacer sus deberes y salió de su trabajo lo más aprisa que pudo. Subió a su automóvil y condujo velozmente hacia su hogar. Al llegar, vio todas las luces apagadas y al entrar, no vio los zapatos de Takafumi. Eso le indicaba que él no había estado en la casa desde hace tiempo. Se preocupó más y fue hasta la habitación de su amigo, estaba completamente vacía, sin su ropa, ni nada.
—Dios mío, ¿qué está pasando aquí? ¿Dónde está Takafumi?—comenzó a buscar su teléfono con desesperación, pero no lo encontraba. Dio por hecho que este se había perdido o algo así. Ahora no importaba, lo importante era encontrar a Takafumi. Después de pensar un poco más, se le vino a la mente un lugar:
—la casa de Takafumi. Claro, ¿cómo no se me ocurrió antes? Tengo que ir ahí cuanto antes.
Dicho esto, salió de su casa y condujo rápidamente hacia la casa del peli azul. Estaba preocupado. No sabía con qué se iba a encontrar cuando llegara. Al estar frente a la casa, abrió casi a patadas debido a que tocó el timbre, pero nadie salió. Comenzó a preocuparse.
Subió las escaleras y entró a la habitación que era de Takafumi. Lo que vio logró sacarlo por completo de sus casillas. Frente a él estaba el cuerpo de su mejor amigo sobre la cama. Estaba pálido y su respiración era nula. ¿Estaba muerto? Se acercó a él lo más rápido que le daban las piernas y lo miró de forma detallada. Las lágrimas salieron de sus ojos y no pudo hacer nada más que gritar.
—¡por qué! ¡Por qué lo hiciste! ¡Yo te amo, Takafumi!—exclamó completamente preso del dolor y dejando que las lágrimas salieran.
Cuando pudo calmarse un poco, se dio cuenta de que en la mesita de al lado había una nota. Tomó esta con rapidez y la leyó.
"Te deseo lo mejor, Zen. Sé que nos conocemos desde hace años y somos amigos. Créeme, tú para mí eres un gran amigo. Pero no puedo soportar que estés con alguien más. Así es, he estado enamorado de ti durante años. Pero, sinceramente, espero que seas feliz con tu pareja. Mi amor es demasiado grande como para seguir ocultándolo. Jamás te lo dije por miedo a que dejaras de ser mi amigo si te lo decía. Pero bueno, creo que ya no tiene caso. Ya me cansé de vivir. Quiero estar tranquilo y sin ninguna preocupación. Por favor, sé muy feliz. Hasta siempre. Atte: Yokozawa Takafumi.
Al terminar de leer la carta, terminó con más dudas que respuestas. ¿A qué se refería Takafumi con pareja? Él jamás había tenido una pareja, siempre estuvo enamorado de Takafumi. ¿Entonces? ¿Eso quería decir que Takafumi se había suicidado?
—no, no estoy dispuesto a aceptarlo. ¿Por qué me abandonaste, Takafumi? ¡Yo te amo!—exclamó, dejándose caer al suelo.
***
Takafumi y el espectro caminaban rumbo al inframundo, o quién sabe a dónde. En lo que llegaban, Takafumi se detuvo al sentir un dolor en su pecho, como si algo lo estuviera comprimiendo. Se sintió extraño y por instinto, miro detrás de él. No había nada, solamente un pasillo oscuro.
—¿qué pasa?—le preguntó el espectro.
—no, nada—se dio la vuelta y siguió cuidadosamente al espectro.
—bueno, sigamos—dijo el espectro y continuaron caminando hasta que llegaron a una puerta color negro. Esta se abrió cuando el espectro murmuró una especie de conjuro o algo así. Se abrió un candado y la puerta se abrió. Este invitó a pasar a Takafumi y lo que vio ahí lo dejo helado. En ese lugar muchas de las almas recolectadas por lo espectros estaban tristes, recorrían el lugar una y otra sin la mínima posibilidad de escapar. Sus miradas lo decían todo, eran miradas de dolor y sufrimiento. Ahora lo entendía todo. Había caído en una trampa.
—no puede ser, uno más—murmuró un espectro que iba pasando cerca de él. Takafumi se quedó congelado.
—deja de meterte en mis asuntos, ¿quieres? ¿Por qué no te metes en tus propios asuntos, imbécil—murmuró el otro espectro.
—¿qué es lo que está sucediendo?
—veo que al fin te has dado cuenta. Mi plan funcionó a la perfección. ¿En serio pensaste que te ayudaría con tu problemita? Qué ingenuo. No puedo creer que hayas caído tan fácilmente. Es una lástima—se burló.
—entonces, ¿no lo hiciste para ayudarme?—preguntó incrédulo.
—por supuesto que no. Como ya te diste cuenta, soy un espectro y estás en el mundo espectral. Un hermoso lugar, donde todos son felices y están tranquilos. Por favor, qué ilusos—volvió a burlarse.
—¿por qué? ¿Por qué a mí?
—¿en serio me preguntas algo tan obvio? Porque tu alma es pura. Las almas puras me alimentan, las almas puras son más valiosas que las impuras, las almas puras me mantienen con vida. En pocas palabras, tu alma me pertenece ahora. Tú hiciste un trago conmigo y me diste tu alma. ¿Lo recuerdas? Es una lástima, pero jamás, óyeme, jamás podrás escapar de este lugar. Además, ya estás muerto. Dudo que en estos momentos alguien se acuerde de ti. Lo mejor será que te vayas acostumbrando—se alejó poco a poco mientras se burlaba.
—¿qué es lo que voy a hacer ahora? Mamá, papá, los extraño…

Una vida sin amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora