Capítulo V. Un último adiós

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Capítulo V. Un último adiós
A la mañana siguiente, fue el entierro de los padres de Yokozawa. Este se mostraba dolido y lloraba tanto como se lo permitían sus ojos. A su lado estaba su amigo y de vez en cuando, lo abrazaba.
Cuando todo terminó y los féretros fueron enterrados, todo mundo se fue y solamente quedaron Takafumi y Zen.
—tenemos que irnos ya, Takafumi—le pidió su amigo.
—aún no. Quiero quedarme un poco más. Si quieres, adelantate. Yo iré en unos minutos—murmuró. El castaño asintió y se dirigió hasta el lugar donde había estacionado su automóvil.
Cuando estuvo completamente solo, se atrevió a agacharse frente a las tumbas de ambos padres. No le importo para nada que su ropa se ensuciara, solamente quería permanecer con sus padres unos minutos más.
—no es justo lo que acaban de hacer. Ustedes sabían que yo los necesitaba tanto, y aun así, decidieron dejarme solo. Pero ¿saben algo? No los culpo. Sé que me amaban y se arrepintieron de todos los errores que cometieron. No les guardo ningún rencor y espero que al fin puedan descansar en paz. Los amo a los dos y espero que donde sea que estén se sientan orgullosos de mí—se limpio las lágrimas y después se levanto. También se sacudió el polvo de la ropa y camino hasta donde estaba su amigo.
—¿nos vamos ya?—pregunto con los ojos llorosos.
—sí, vámonos—abrió la puerta del copiloto para que entrara y cerró la puerta, para después él entrar a la del piloto. Arrancó el automóvil y regresaron a la casa del castaño, que ahora era también la del peli azul.
Cuando llegaron a la casa, Takafumi entro primero y camino hasta su habitación.
—Takafumi, ¿cómo estás?—preguntó su amigo. Este detuvo su andar y giro la cabeza para verlo.
—¿no me estás viendo? Me siento terrible. Las únicas personas que me importaban están muertas—lo miro de forma seria.
—lo siento. Sólo quería saber cómo estabas. No voy a volver a molestarte—respondió con la cabeza baja. Takafumi se dio cuenta de que estaba diciendo cosas que ni siquiera estaba pensando. Lo único que hablaba era su dolor y se estaba desquitando con la persona equivocada.
—lo siento. Nunca quise decir eso. Solamente me estoy desquitando contigo. Yo sé que te importo, y tú también me importas. Eres mi mejor amigo y mi único apoyo en estos momentos—se acercó a su amigo y lo abrazo tan fuerte como se lo permitían sus brazos.
—de acuerdo. No te preocupes más. Sabes también que eres la persona que más me importa y estoy dispuesto a protegerte—Takafumi asintió con una gran sonrisa.
—bueno, ya me tengo que ir a dormir. Mañana tengo que ir a la escuela. Descansa—se coloco de puntitas y le beso la mejilla al castaño.
—hasta mañana—acarició su mejilla y le dio un último abrazo.
Dicho esto, se separaron y caminaron a sus respectivas habitaciones. Mañana sería otro día.
***
A la mañana siguiente, el primero en despertarse fue Takafumi. Lo hizo para así, poder preparar el desayuno. Después de un rato, Zen también se despertó y fue hasta la cocina. Encontró al peli azul bastante entretenido y prefirió no interrumpirlo. Salió de ahí y fue hacia el baño, tomaría una ducha y después desayunaria junto con su amigo.
—hola, buenos días—saludo el castaño cuando termino de arreglarse y salió a la cocina. Takafumi terminaba de poner la mesa y se alegro mucho cuando lo vio.
—hola. Ven, siéntate. La mesa está lista—saludo con una gran sonrisa. Zen correspondió el gesto y se sentó frente a su amigo.
Ambos comieron tranquilos y sin ninguna prisa.
—¿cómo amaneciste hoy?—preguntó el castaño.
—pues, aún me siento un tanto deprimido, pero no quiero dejar que estos sentimientos me afecten. Sé que debo salir adelante, por mis papás, por ti—respondió avergonzado.
—no quieras hacerlo por otras personas. Hazlo por ti, ¿sí? Recuerda que aquí estaré siempre que necesites de mi apoyo… ¡oh, cielos! Se me está haciendo tarde. Debo irme ahora. Nos vemos más tarde. Cuídate mucho—se despidió rápidamente y salió de la misma manera. Takafumi se quedó sentado, aún no terminaba de comer y también faltaba para entrar a la escuela. Pero algo llamó su atención, era el celular de su amigo. De seguro lo había olvidado cuando salió corriendo de la casa. Se levantó rápidamente para ver si podía alcanzarlo, pero fue muy tarde. Su amigo ya se había marchado. Fue entonces que decidió ir hasta su trabajo para darle su celular. Tal vez, si este quisiera llamarle no podría hacerlo. Salió de la casa y camino rumbo al trabajo del castaño. Mientraas caminaba, se dio cuenta de que aún estaba oscuro. Lo único que le ayuda a eran los postes de luz que alumbran cada esquina. Cuando al fin llegó al sitio anhelado, se quedó de pie, detras de una pared. Lo que vio lo dejó sorprendido: eran dos chicos. Uno de ellos era… Kirishima. No se detuvo a ver lo que estaban haciendo. Rápidamente se acercó y los miró más de cerca. El castaño se dio cuenta de se presencia y esbozo una sonrisa.
—hola, Takafumi. ¿Qué ocurre? ¿Por qué estás aquí?—el peli azul no sabía qué responder y solamente le extendió la mano para darle su celular.
—toma. Lo olvidaste sobre la mesa hace esto. Vine porque pensé que lo necesitarías. Eso es todo. Ya me voy…
—¡espera! Quiero presentarte a alguien muy especial. Es mi pareja. Su nombre es…

Una vida sin amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora