Capítulo I. ¿Dolor?

1K 26 7
                                    

Capítulo I. ¿Dolor?
Eran alrededor de las 7 de la mañana en algún lugar de Tokio, Japón, y un joven de aproximadamente 22 años caminaba con dirección a su escuela. Era un chico bastante reservado, no le gustaba hablar con nadie y por lo mismo no tenía amigos. Su nombre es Yokozawa Takafumi, es alto y delgado, tiene el cabello lacio y corto, oscuro y con tonalidades azuladas, sus ojos son azul-grisaceo, su tez es blanco pálido y usa lentes. Como ya mencioné, no le gusta hablar con la gente y es una persona muy tímida. En el camino se encontró con su mejor y único amigo, Kirishima Zen. Ambos se conocen desde hace años y son inseparables.
—¡hola! —saludó el chico castaño. El peli azul simplemente levantó la cabeza con una mirada llena de tristeza.
—hola—saludó sin muchas ganas.
—¿qué pasa? —preguntó preocupado.
—mis papás volvieron a pelear, como siempre—susurró, tratando de contener las lágrimas.
—no lo puedo creer, ¿no les importa nada? ¿Acaso no ven que también te están haciendo daño a ti? —respondió bastante indignado.
—ya no quiero seguir viviendo, mi vida no tiene sentido—respondió con dolor.
—no vuelvas a decir eso, tu vida vale mucho y aún tienes muchas cosas que hacer aquí. No dejes que esto te quite las esperanzas—le dijo con cariño y se acercó para darle un abrazo.
—lo haces parecer tan fácil, pero tú tienes a tu familia que te quiere y está contigo cuando lo necesitas, ¿y yo qué tengo? Mis papás ya no siquiera se dan cuenta que yo estoy ahí—volvió a decir con dolor.
—lo sé Takafumi, no puedo decirte que te entiendo, pero sabes que yo estoy aquí y siempre lo estaré para cuando me necesites.
—ya me tengo que ir, se me está haciendo tarde—dijo sin ninguna expresión en el rostro.
—está bien, ve con cuidado—dijo con una sonrisa, pero el otro sólo lo miró con tristeza y siguió con su camino. Cuando el peli azul se alejó, Zen también siguió su camino.
—ay Takafumi, me duele mucho verte así. Quisiera hacer algo para poder ayudarte. Bueno, al menos tienes mi amistad y mi amor para cuando tú lo necesites—dijo en su mente y continuó con su camino hacia su trabajo.
Algunas horas más tarde...
Las clases habían terminado y Yokozawa ya estaba de regreso en su casa. Como siempre, no había nadie, y aunque hubiera alguien nadie le hacía caso, así que simplemente subió a su habitación y se encerró ahí. Se recostó en su cama y hundió su cabeza en la almohada.
—¿por qué me pasa esto a mí? ¿Qué hice para que mis papás no me amen? —se preguntó en su mente a la vez que sus ojos se llenaban de lágrimas. Continuó llorando durante algunos minutos hasta que fue vencido por el sueño y se quedó profundamente dormido.
—pobre pequeño, en verdad está sufriendo mucho, me gustaría acabar ahora mismo con su sufrimiento—escucho la voz de una persona muy cerca de la habitación del castaño.
—tranquilo, aún no es el momento. Todavía tiene que sufrir un poco más para que al fin podamos proceder—le dijo su acompañante.
Ambos rieron ruidosamente y sin querer golpearon el vidrio de la ventana logrando asustar al chico, que se reincorporó rápidamente y se acercó a la ventana para ver de dónde había llegado el ruido, pero no vio nada y se volvió a recostar. Logrando conciliar el sueño de nuevo.

Una vida sin amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora