Capítulo XXII. Una decisión muy difícil

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Capítulo XXII. Una decisión muy difícil

—Zen, Zen—le susurraron al oído. El mencionado rápidamente despertó y frente a él encontró al espectro que los había ayudado a escapar.

—qué bueno que estás aquí. ¿me ayudarás a rescatar a Takafumi?

—para eso he venido. Yokozawa me mandó para que te llevara conmigo. Quiere verte.

—¿para qué?

—eso ya lo verás, ahora vamos—dijo el espectro y ambos emprendieron su camino hacia el infierno. Cuando llegaron, se toparon con la misma escena horrible: personas tristes y sin hacer absolutamente nada.

Saeki lo guió hasta donde Reiji había escondido a Takafumi.

—¡Takafumi! —exclamó emocionado, pero Saeki lo silenció.

—no hagas mucho ruido. Reiji podría estar cerca—Zen sólo asintió.

—por fin estás aquí. Yo le pedí a Saeki que fuera por ti, para verte una última vez—murmuró cabizbajo y con lágrimas en los ojos.

—¿Qué? ¿Cómo que última vez? —preguntó incrédulo y tomó a Takafumi por los hombros para que lo viera a los ojos.

—sí, yo tengo que quedarme aquí. Por el bien de mi hijo—respondió, sin siquiera levantar la mirada.

—es nuestro hijo. Pero ¿Por qué tienes que quedarte aquí? Saeki dijo que...

—lo que dijo Saeki es una mentira. Entiéndelo, Takafumi pertenece a este lugar y aquí es donde veremos a nuestro hijo nacer, ¿verdad, Takafumi? —le habló de una forma cariñosa y lo abrazó por el hombro. Takafumi sólo asintió, cabizbajo.

—no, Takafumi, no me hagas esto. No nos hagas esto—suplicó, angustiado.

—lo siento, Zen, pero ya tomé mi decisión. Adiós—dijo con mucho dolor en el corazón y se acercó a él por última vez.

—no lo hagas, no me dejes solo—volvió a suplicarle.

—perdóname por lo que voy a hacer—respondió con lágrimas en los ojos.

—¿de qué hablas? —preguntó, preocupado.

Takafumi se sujetó fuertemente el estómago y del bolsillo de su sudadera sacó un afilado cuchillo. Zen no tuvo tiempo de hacer nada y Takafumi se lo clavó en el estómago.

—¡Takafumi! —exclamaron todos al mismo tiempo. Zen rápidamente lo sostuvo entre sus brazos cuando el menor comenzó a tambalearse.

—¿Por qué hiciste esto? —preguntó el castaño mientras le taponaba la herida que tenía en el estómago.

—para poder estar juntos y que nadie nos haga más daño—respondió en un hilillo de voz. Casi no le quedaban fuerzas.

Al mismo tiempo, Reiji también comenzó a sentirse débil y mareado.

—¿Qué me está pasando? ¿Por qué me siento tan mal? —Takafumi al verlo en ese estado consiguió reunir un poco de fuerzas y se reincorporó como pudo. Caminó hacia Reiji y se agachó a su altura.

—¡Takafumi! —exclamó Zen, preocupado y trató de ir con él. Saeki lo tomó del hombro para que no siguiera con sus pasos.

—¿Por qué me hiciste esto? —le preguntó Reiji al peli azul.

—porque tú y yo somos de diferentes mundos. Yo no pertenezco a este lugar y tampoco te pertenezco a ti. Solamente hay una persona a la que le pertenezco y es Zen. No voy a permitir que sigas lastimando a personas inocentes—dijo con rabia y antes de que el espectro pudiera hacer algo, le clavó el cuchillo en la parte alta del estómago, casi llegándole al pecho. Reiji solamente lo miró con dolor y unas pocas lagrimas se deslizaron por sus mejillas.

—y-yo sí te amaba, y mucho—susurró antes de caer al suelo.

—¿Qué ocurrió? —preguntó Zen acercándose a su pareja. El menor se dejó caer al suelo, pero su amado lo sostuvo antes de que cayera.

—Reiji está muerto y no volverá a lastimarnos, ¿verdad? —le preguntó a Saeki.

—así es, él fue uno de los muchos espectros que se enamoraron de un humano y usaron todas las formas posibles para tenerlos a su lado. Pero este es su destino. Ellos siempre terminan muertos—dijo el espectro un poco triste.

—¿Reiji era importante para ti? —le preguntó Takafumi.

—él era mi hermano, nunca quise que le pasara esto, pero él mismo se lo busco. Ahora ya está muy pero muy lejos. Deberían irse ya, Takafumi está perdiendo mucha sangre y tienen que ir a un hospital.

—gracias de nuevo, Saeki. No sé qué hubiéramos hecho sin tu ayuda—dijo el castaño.

—no se preocupen, ya les dije que a mí no me gusta ver a una persona en desgracia y no hacer nada para poder ayudarla. Ahora váyanse ya. Los acompañare—dicho esto, todos se dirigieron hacia el mundo humano.

Lamento tanto la tardanza. últimamente la escuela me ha quitado demasiado tiempo. Estamos en la recta final de esta historia. El siguiente capitulo es el ultimo. Gracias a todas esas personas que la han seguido y que le han dado mucho amor a esta historia. nos veremos en el ultimo capitulo. 

Una vida sin amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora