Capítulo X. Contigo

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Capítulo X. Contigo
Mientras cierto espectro trataba de hallar la casa donde vivía el castaño, este estaba en su habitación, llorando y lamentándose.
—lo siento, Takafumi, prometí que te olvidaría. Pero es algo que me resulta imposible. Te amo demasiado como para olvidarme de ti. Quiero estar contigo donde sea que estés—habló un chico castaño, quien tenía una navaja en su mano derecha y la acercó peligrosamente a su muñeca izquierda.
—¡ESPERA!—exclamó una voz. Zen se asustó y quitó el objeto filoso de su piel. Miró hacia el lugar de donde provenía la voz y se llevó una sorpresa. Al lado de la puerta había un hombre alto, de cabellos castaño oscuro y mirada azabache. Era muy apuesto.
—¿quién eres? ¿Cómo entraste a mi casa?—preguntó asustado y confundido.
—eso no es lo importante. Vengo para ayudarte a ti y a Takafumi—en ese momento los ojos de Zen brillaron.
—¿tú lo conoces? ¿Sabes dónde está?—preguntó emocionado.
—así es, conozco el lugar donde él está. Debes venir conmigo para ayudarlo—explicó el espectro.
—pero… él está muerto. ¿Cómo vamos a ayudarlo? ¿Quién eres realmente?
—mira, mi nombre es Saeki y soy un espectro.
—¿qué? ¿En serio eres un…?
—sí, sí, soy un espectro. Vengo del temible mundo espectral. El lugar al que nadie quisiera ir, pero…
—¿cómo fue que Takafumi llegó ahí?
—es una historia larga. El punto es que debes ir a ayudarlo.
—¿cómo haré eso? Eso significaría que yo…
—así es, debes morir. Pero antes, tienes que entregarme tu alma por tu propia voluntad. Si no es así, no podrás ir al mundo espectral. Debes ofrecerme tu alma. De ser así, Takafumi podrá volver a tu lado—explicó.
—¿en serio?—expresó con alegría—. Está bien, te entrego mi alma, pero…
—ya no hagas más preguntas. Te responderé las que quieras después, pero ahora debemos ir a donde está Takafumi—el castaño asintió—. Ahora mira—le mostró una pastilla de color rojo—. Esta pastilla logrará que tu muerte sea rápida e indolora. Lo único que debes hacer es colocarla sobre tu lengua y esperar a que se disuelva. Después de hacer eso, comenzarás a sentir todo el cuerpo pesado y tus ojos se cerrarán solos. Sabremos lo que pasa después. Ahora ten—le dio la pastilla y el castaño hizo todo al pie de la letra. Al poco rato, sus ojos comenzaron a cerrarse y se recostó sobre su cama. Cerró sus ojos y al fin murió. Su alma se desprendió de su cuerpo y miró al ser extraño.
—bien hecho, Zen. Ahora debemos ir por Takafumi—el castaño asintió y ambos se dirigieron a ese lugar misterioso. Cuando lo lograron, Saeki, murmuró unas palabras y la puerta negra se abrió. Al hacerlo, el castaño se quedó sin palabras. Todo a su alrededor era una imagen horrible. Miles de almas por todos lados, todos con miradas tristes y sin saber qué más hacer para salir de ese lugar tan espantoso.
Buscó a Takafumi con la mirada, pero no lograba encontrarlo. Estaba ansioso, quería verlo.
—ven, te llevaré con Takafumi—lo guió el espectro y los dos comenzaron a caminar hasta el lugar donde estaba el peli azul. Cuando por fin lo encontraron, Zen lo miró de espaldas y se acercó a él lo más que pudo.
—Takafumi—lo llamó. El mencionado al escuchar su nombre se dio la vuelta y lo miró incrédulo.
—Zen—las lágrimas salían por sus ojos libremente. Ninguno de los dos pudo evitarlo y se acercaron para darse un abrazo. Sus miradas se encontraron y no pudieron tampoco evitar darse un beso en los labios.
Al separarse, los dos se miraron con amor y dulzura.
—te extrañé tanto. Sabía que vendrías por mí—expresó el peli azul abrazando al castaño.
—claro que sí, recuerda que eres la persona más importante para mí. Vamos, iremos a casa—tomó su mano y ambos se dirigieron con Saeki.
—¿podremos volver a casa?—le preguntó Takafumi al espectro.
—claro que sí. Déjenme los acompaño. Necesitan la autorización de un espectro para poder salir de este lugar, vengan—los guió a los dos a la entrada y antes de decir las palabras, los detuvo.
—no te preocupes, ningún espectro podrá volver a llevarse tu alma. Si estuviste aquí una vez y lograste salir de aquí, ningún espectro puede volver a quitarte tu alma, puedes estar tranquilo—le dijo.
—una última pregunta. ¿Por qué nos estás ayudando? Se supone que los espectros son malos—opinó Zen.
—no todos los espectros somos malos. Algunos, como yo, no toleramos ver a las personas sufrir y tratamos por todos los medios de que las personas que llegan a este lugar puedan volver a la tierra. Pero como ves, no siempre es posible. Para que un humano pueda volver a su hogar, este debe ser algo así como "rescatado" por alguien a quien ame y que dicha persona lo ame también, de ese modo, algún espectro de buen corazón los ayudará y podrán volver a la tierra. Solamente con la ayuda de un espectro de buen corazón pueden salir de este lugar—explicó Saeki.
—¿cómo funciona eso?—preguntó Takafumi.
—pues, no es tan sencillo. Como ya te lo había dicho, una persona que cae en este lugar debe ser salvada por una persona que ame y sea correspondido. Eso no suele pasar con frecuencia, porque en ocasiones, su amor hacia esa persona no es correspondido. Por eso, muchas personas se quedan aquí porque no hay alguien que los rescate. Tuviste mucha suerte al tener a una persona que te ame. Bueno, si ya respondí sus dudas, es hora de que se marchen. Fue un honor conocerlos y haber podido ayudarlos. Váyanse ya. Adiós—se despidió el espectro y prácticamente los arrojó fuera de aquel lugar. Después de eso, ambos chicos regresaron por donde vinieron y antes de cruzar el umbral del mundo espectral, sus ojos se cerraron…
—¡AHHH!—exclamó Zen levantándose sobresaltado de la cama—, ¿estoy vivo?—se preguntó a sí mismo mientras tocaba cada parte de su cuerpo y verificaba que, efectivamente, estaba vivo—, ¿Takafumi?—preguntó de nuevo, dándose cuenta de que el otro no estaba a su lado—. ¡Oh, no! ¡Takafumi!—exclamó asustado y corrió fuera de lavada con dirección al cementerio.
***
—¿dónde estoy? ¿Qué es este lugar?—preguntó asustado un chico peli azul al despertar en un lugar oscuro y con muy poco espacio. Estaba dentro de un ataúd—. ¡Ayuda! ¡Zen!—exclamó con todas sus fuerzas, tratando de escapar de ese lugar sin conseguirlo. Estaba a punto de darse por vencido, cuando…
—¡Takafumi!—gritaron desde afuera. El peli azul reconoció a la perfección aquella voz.
—¿Zen? ¡Zen, ayúdame, por favor!—exclamó, comenzando a sentirse sofocado.
—¡espérame, mi amor! Enseguida te sacaré de ahí—expresó el castaño y comenzó a mover la tierra que había encima.
—¡apresúrate, por favor!
—ya casi llego, espera, sólo un poco más—dijo. Quitó los últimos bultos de tierra que había encima, abriendo el ataúd.
—¡ZEN!—exclamó, lanzándose a los brazos del castaño.
—Takafumi—susurró emocionado y abrazó al peli azul con más fuerza. El menor simplemente lloraba.
Estuvieron de ese modo hasta que el peli azul se alejó un poco.
—gracias por venir a rescatarme. Por un momento creí que iba a volver a morir.
—no digas eso ni de broma. No podré soportarlo si te vuelvo a perder—dijo el castaño con miedo en la voz y se aferró a la cintura del peli azul.
—tranquilo, no me vas a perder—respondió con ternura acariciando su cabello delicadamente.
—será mejor que nos vayamos de aquí ya, no me gustan estos lugares—expresó el castaño y ayudó al menor a ponerse de pie.
—volvamos a casa…

Una vida sin amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora