Un extraño no tan extraño.

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El lunes por la mañana Rose se levantó y se miró en el espejo. Lunes de nuevo, la gente normal odiaba los lunes, para ella solo era un día más. Era tonto odiar el lunes, porque si la semana empezará un martes o un jueves odiarían ese día. Se  peinó el cabello rosa con las manos, se puso un vestido gris por arriba de las rodillas y sus vans negras. En su mochila llevaba una libreta, una birome y sus cigarrillos. Hizo el mismo recorrido de siempre,  cuando su madre estaba viva. Se cruzó a muchas personas en el camino, la gente seguía susurrando cosas mientras ella pasaba por su lado, otras solamente se le quedaba viendo. Se aferró más a su mochila y suspiro pesadamente. Cuando llego a la escuela, se dirigió al salón 427 de biología. Se sentó en el fondo del salón, saco su libreta y comenzó hacer garabatos en su hoja mientras esperaba que sonará el timbre que indicaba que la hora había comenzado; paso toda la hora dibujando. Se levantó un minuto antes de que el timbre suene y ya había comenzado a salir, camino por el pasillo de la escuela y prendió un cigarrillo. Camino hacía la casa hasta que escucho a alguien gritar su nombre, intento ignorarlo pero seguían gritando su nombre. Volteo a ver quién era y lo vio. Alto, con jeans sueltos, una remera gris y su cabello negro despeinado y sus ojos negros me miraban.

-Rose –dijo acercándose más a mí.

-¿Quién eres? –tire el cigarrillo al suelo y lo pise apagándolo.

-Steven –dijo guardando sus manos en sus bolsillos, y se encogió de hombros- ¿Tienes tiempo para ir por un café?

-¿Por qué? –espeté de mala gana ¿Quién era él en realidad?

- Déjame invitarte un café y te lo explico –hizo una mueca y suspire, asentí de mala gana.

Cuando volví a casa después de dos horas de hablar con un completo extraño que termino siendo un total conocido. Él era uno de los hijos de la mejor de amiga de mamá, no los había visto desde que mamá había muerto. Él había cambiado completamente en esos tres años que habíamos estados incomunicados. Cuando lo conocía era un enano, estudioso que no salía de su casa ni para ir al cine. Ahora en cambio tenía una novia, iba a una buena universidad y yo. Bueno yo iba a la Universidad que costeaba mi padre que vivía en Atlanta. Vivía sola, la soledad era algo que ya me había acostumbrado, había pasado noches enteras desvelándome. Días en lo único que pensaba era el suicidio. Con Steven éramos dos polos opuestos.           Dije que volvería a verlo, pero mentí. No lo haría.

RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora