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~Kara~

No podía creer como había vuelto a cambiar mi vida de un día para otra. Pero esta vez parece que para bien.

Lena a pesar de su postura elegante y fina, me genera confianza.

Me he dado cuenta que no habla mucho, y prefiero no molestarla con mi voz.
No quiero que se moleste y me golpee como esos hombres. No quiero regresar a esa celda sucia donde me tocaban sin mí consentimiento.

Maldigo el día que le confesé mi sexualidad a mis padres. Ellos pensaron que debían curarme y me mandaron a ese asqueroso lugar.

Donde todas las noches recibía el " Tratamiento". Miro mis brazos y aún tengo moretones.

Cuando esos hombres llegaban algo en mi se desactivaba, no luchaba y dejaba que ellos hicieran todo lo que quisieran.

Pero eso no quiere decir que no me dolía, y que no recuerde cada uno de sus asquerosos toques.

Miro toda la ropa que me compro Lena, es más de toda la que me han comprado mis padres en toda mi vida.

De regreso a la mansión ella no me dijo nada. Solo miraba su teléfono.

- Hola Sam, ¿ Como estas?. La escucho al teléfono.

- Tranquila, mañana voy a la clínica, dile a Rubys que te cuide mucho. Escucho una nota de preocupación.

-¿ Kara?. La miro y ella me mira directo a los ojos. Me intimida y vuelvo a bajar la vista.

- Lo hiciste muy bien hoy, te prometo que cuando esté libre volvemos a salir, tal ves podamos ir al cine, a un restaurante o donde tu quieras. Dice y sonrio por primera vez.

Entramos a la mansión y ella se sienta en su sillón.

-¿ Tu no vas a hacerme daño verdad?. Pregunto y temo a su respuesta.

- Claro que no Kara, no soy como esos tipos

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- Claro que no Kara, no soy como esos tipos. Dice y siento un escalofrío.

-¿ Sabes lo que nos hacían?. Le pregunto y ella no dice nada pero aprieta sus puños.

- Hank, lleva la ropa  la habitación de Kara. Dice y su voz se escucha dura.

- Voy a pedir el almuerzo ¿ Quieres algo en particular particular?. Me pregunta suavemente.

- Lo que usted quiera. Digo y miro al piso. No sé que más hacer. Ella no me ha dicho que tengo que hacer.

-¿ Me ayudas a poner la mesa?, necesito enviar algunos correos. Dice y asiento.

Que quito más gafas un momento, al no usarlas por mucho tiempo me marean un poco.

- Ya llegó la comida

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- Ya llegó la comida. Sírvete a gusto. Dice y veo mucha comida, un poquito de cada cosa.

Comemos en silencio y cuando terminamos intento lavar los platos pero no me deja.

- Ves a descansar debes tener sueño, yo voy a trabajar en el laboratorio, mañana comenzamos contigo. Dice seria y se va.

Hago lo que me dice. Me cambio por ropa cómoda y me acuesto en la cama. Comienzo a recordar todo lo que me hacían y tiemblo. Comienzo a llorar y a odiar mi vida.

¿ Porque tenían que hacerme todo eso?, yo solo quería amar. Ahora ni eso creo poder hacer.

¿Como podría?  Mi cuerpo está roto y usado. No soporto que nadie me toque.

Es como si ellos me hubieran vaciado. Siento que solo soy un cuerpo pero que no tengo nada por dentro.

Solo puedo sentir odio por ellos pero sobre todo me odio a mi. Yo pude haber luchado. No dejado que utilizaran mi cuerpo como si fuera una muñeca.

Pude dejar que me golpearan más, que me dejaran sin comida por más tiempo. Nunca debí dejar que el hambre y los golpes me obligaran hacer lo que ellos querían.

Porque eso fue lo peor. Ellos no nos " obligaban" a estar con un hombre. Los primeros días solo me decían que estaba mal sentir deseo por otra mujer.

Luego de una semana me asignaron al hombre que sería quien me enseñará el camino correcto. Cuando intento tocarme grité y luché.

Él me golpeó y me dejó muy herida. Ordenó que no me dieran alimento hasta que yo pidiera estar con él.

Los días pasaban y solo me golpeaban y me dejaban un poco de agua.

No sé cuánto tiempo pasó. Ya no tenía lágrimas, no sentía mi cuerpo, solo quería probar un poco de comida. Y lo hice, llame a ese hombre.

Cuando me vio mando que me bañaran y me dieran comida.

Una semana después, yo me encontraba mejor, ya no sentía mucho los golpes y el hambre ya no era tan fuerte.

Pero no sabía cuanto iba hacer el coste de todo eso. Hasta ese día.

Entro como si nada y me ordeno quitar mi ropa. Lo hice por miedo a volver a pasar por lo mismo y él sonrió.

- Lo ves, no era tan difícil. Dijo y que se quitó su ropa.

- Ahora sabras lo que es estar con un  hombre, no vas a volver a desear una mujer en tu vida. Dijo.

No fue suave ni lindo, solo penetró y me uso como quiso.

Desde ese día iban a visitarme varios hombre a mi celda. Según ellos yo era la más hermosa del lugar y la más obediente. Nunca hablaba, solo lloraba por todo lo que me hacían. Juré nunca perdonar a mis padres.

Siento unas manos suaves tocando mi brazo y me tenso.

- Tranquila Kara, se lo que te hicieron y te juro que todos van a pagar por eso. Me aparté de su toque.

Aunque en el fondo sabía que ella no me haría daño, no podía permitir que me tocará.

- Duerme. Dijo y cerré los ojos.

No sé cuánto tiempo pasó pero volvía a estar en la celda.

Esta vez había algo distinto. Mientras uno de ellos me penetraba Lena estaba en la puerta viéndome.

- No, no, no. Decía y él no me hacía caso.

- No, delante de ella. Decía y él solo reía.

- ¿Ahora hablas?. Pregunto él con burla.

- Por favor, Lena, ayúdame. Dije mirándola.

- Lena no puede entrar a salvarte, ella solo puede ver como te hago una puta. Dijo y seguía entrando en mi.

- No veas, no veas. Le decía a una Lena que solo veía mis ojos con tristeza.

- Ella al igual que tu no puede hacer nada. Dijo y veo al otro esperando su turno.

- No, no, no, no. Decía y no me hacían caso.

- Tranquila, tranquila, Kara, es solo una pesadilla. Escuchaba la voz de Lena. Pero ella no podía ser.

La Lena que tenía al frente no había abierto la boca.

- Despierta Kara, es solo una pesadilla.

Abro los ojos y la veo. Se ve preocupada. Me arropó y me alejó de ella.



Tu Eres Mi CuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora