Capítulo 10

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Más tarde aquella noche Lauren encontró a Camila en el balancín del porche, su silueta recortada por la luz de la luna. Su pulso se aceleró al verla y recordó lo que Samuel había dicho. ¿Estaría enamorada de ella?

-Alexa está dormida y Gertrude va a quedarse a dormir aquí. Vamos a dar un paseo. Tengo que comprobar que los enrejados no se han partido con el peso de la nieve.

Camila tomó la mano que ella le ofrecía y subió a la camioneta.

Durante unos minutos fueron en silencio, mirando el paisaje helado. El perfume de Camila llenaba el coche y sus sentidos, como la noche que la había tenido en sus brazos. ¿Lo recordaría ella también?

-¿Cuántos acres de terreno tiene el rancho?

La pregunta de Camila lo sacó de su ensimismamiento.

-Unos mil.

-Eso es mucho. ¿No es difícil mantenerlo?

-No. La mayor parte son pastos y se cuidan solos -sonrió Lauren-. Algún día, me gustaría ampliar la clínica y el corral.

-¿Por qué te hiciste veterinaria? No tiene nada que ver con lo que hace tu familia.

-Mi abuelo tenía un rancho donde criaba los mejores caballos de Texas. Pero cuando murió, mi padre decidió venderlo.

-¿Por qué?

-Decía que el trabajo era muy duro y culpaba al rancho por la muerte de su padre -contestó ella-. Pero esto es la vida para mí.

-Te apasiona, ¿verdad?

Lauren se volvió para mirarla y tuvo que tragar saliva. Camila no se daba cuenta de lo preciosa que estaba a la luz de la luna.

-Ojalá hubieras conocido a mi abuelo. A él le encantaban la tierra y los animales.

Era como yo.

-¿El rancho de tu abuelo sigue siendo de tu familia?

Lauren paró la camioneta y apagó el motor. No le gustaba hablar de aquello porque había sido la primera gran traición de sus padres.

-No. Mi padre decidió venderlo todo y llevarnos a Dallas. Mi abuela no quería marcharse, pero mi padre puede ser muy persuasivo. Él quería contaminación, tráfico, rascacielos... Y pensó que los demás también queríamos eso.

-Lo siento -murmuró Camila.

Lauren no podía recordar un solo momento de su vida en el que hubiera sido feliz después de la muerte de su abuelo. Hasta que conoció a Camila.

-Era horroroso vivir en Dallas -murmuró, recordando aquellos años de soledad-. Le dieron mucho dinero por el rancho y con eso mi padre levantó su negocio. Mi abuela murió seis meses después. Sin mi abuelo y sin el rancho, no tenía razones para vivir.

-Tu padre parece muy empeñado en que trabajes con él.

-No lo haré. Nunca.

-Me alegro -dijo Camila-. Eres una veterinaria estupenda y mereces ser feliz.

Su calidez hacía que el corazón de Lauren se acelerase. Allí solas, a oscuras, teniéndola tan cerca, necesitaba tocarla, se quemaba por hacerlo.

Lauren intentó pensar en otra cosa, pero se sentía arrastrada por la tristeza de sus ojos marrones. Sabía que no debía hacerlo, pero se inclinó hacia ella.

Unos segundos antes de que la besara, Camila cerró los ojos. Sus labios se rozaron y Lauren creyó que el corazón se le iba a salir del pecho. Pero cuando el beso se hizo más apasionado, el infierno que había dentro de ella la impedía pensar, respirar, hacer nada excepto seguir besándola.

Cosas del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora