Capítulo 11

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Lauren bajó los escalones del porche y tomó el fajo de papeles que Diego le ofrecía a través de la ventanilla. Se había dado mucha prisa en buscar un notario.

Después de comprobar que todo estaba firmado, sacó un talonario del bolsillo y firmó un cheque, pero cuando Diego alargó la mano, Lauren lo apartó.

-No quiero volver a verte por aquí. Nunca.

-Yo ya tengo lo que quería -dijo Diego, tomando el cheque-. Mujeres como Camila las hay a montones.

Lauren metió las manos por la ventanilla y sujetó a Diego por las solapas.

-Te equivocas. Ella es única. Y es mía -dijo, con los dientes apretados. La realidad de sus sentimientos la golpeó entonces con la fuerza de un tornado-. Vete de aquí antes de que te parta la cara.

Lauren esperó hasta que vio desaparecer el coche y después entró en la casa. Tenía que convencerla de que se quedara.

No lamentaba lo que había hecho. Camila y Alexa estaban mejor lejos de aquel canalla.

Lauren se detuvo frente al dormitorio. Quería borrar el dolor que Camila había sufrido de niña, quería que se quedase, lo deseaba desesperadamente pero no quería preguntarse por qué.
Porque en aquel momento tenía otro problema. Librándose de Diego había destruido lo único que retenía a Camila.

Camila colgó el teléfono de golpe.

-¡Lauren, no me gusta tu forma de actuar! ¿Crees que no te he visto dándole un cheque a Diego? -exclamó, sacando unos vaqueros del armario.

-Vamos, Camila. ¿Esperabas que lo dejara amenazarte sin hacer nada?

-Eso era lo que quería que hicieras. En caso de que no te hayas dado cuenta, yo lo tenía todo controlado.

-Eso no es verdad.

-Quiero tomar mis propias decisiones. Tú estás haciendo todo lo posible para que dependa de ti, pero no pienso volver a depender de una persona en mi vida.

Lauren se pasó la mano por el pelo.

-Solo quería ayudarte...

-Yo no te he pedido ayuda. Eres igual que tus padres. Ellos te dicen lo que debes hacer y tú me dices a mí lo que debo hacer -exclamó ella-. Lauren, no soy una, incompetente. Puedo cuidar de mí misma y puedo cuidar de Alexandra.

-Nunca he dicho que no pudieras hacerlo.

-Pero interfieres en mi vida todo el tiempo y ni siquiera te das cuenta de que lo haces.

Lauren la miró, incrédula.

-Estás exagerando. Solo quería que Diego no volviera por aquí.

Camila hubiera deseado ponerse a gritar.

-Yo podría haberme encargado de eso -dijo, con los puños apretados-. No necesito que te pelees por mí. No tenías derecho a interferir, no tenías derecho a darle dinero.

-Eres mi mujer y es lógico que quiera cuidar de ti.

-No soy realmente tu mujer, Lauren. Las dos lo sabemos.

-Lo hice por ti, Camila -dijo Lauren con expresión herida-. Por ti y por Alexa. No quería que Diego te hiciera daño.

¿Qué podía decir para hacerlo entender?

-¿Es que no te das cuenta de que tú me has hecho daño? Le has dado dinero a Diego y eso está mal.

-El dinero no es importante.

-Sí lo es. Es tu dinero.

-Lo siento, Camila -murmuró Lauren, poniendo una mano sobre su hombro-. Siempre he usado mi dinero para ayudar a los demás. No le doy ninguna importancia.

Cosas del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora