Capítulo 2: Personas nuevas

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La clase comenzó y fue lo clásico de un primer día. La presentación del temario y obviamente la presentación del profesor. Edward Nielsen.

Es alguien muy joven, me atrevería a decir que es guapo, lo cual me asombra. Tiene el cabello castaño oscuro, casi negro, tez morena clara y unos ojos enormes que esconde detrás de un par de lentes. Todos los maestros que he tenido en mi vida son hombres y/o mujeres de mediana edad o más mayores, pero él no. A él no le calculo más de treinta años.

—Muy bien, Chicos, pongan atención. Les haré entrega de un examen diagnóstico.— Informa el Profesor con su voz perfectamente grave llamando mi atención.— No se asusten, no tendrá ningún valor, es sólo para saber cuáles son sus conocimientos y poder trabajar a partir de ahí.

Tomó unas cuantas hojas y nos las repartió a los que estamos sentados al frente. Le dí las gracias y él solo sonrió mientras asentía.

Tomé una y pasé las demás hacia atrás, pero cuando volteé me dí cuenta que había un chico detrás de mí.

—Ten, toma uno y pásalos— Sonreí amablemente.

— Muchas gracias, Preciosa— Me guiñó un ojo y sonrió de forma coqueta.

Me resulta incómodo que hagan eso. Rodé los ojos con molestia y me dí la vuelta.

[...]

El examen diagnóstico me costó mucho trabajo. Aquí es cuando me doy cuenta que haber dejado dos años la escuela afecta demasiado y más en matemáticas, la materia en la que nunca he sido buena.

Respondí lo más que pude y se lo entregué al Profesor.

—Aquí está el examen, profesor.— Suspiro apenada— L-lo siento, no pude contestar varias preguntas del examen.

—Tranquila...— Volteó a verme con sus grandes ojos cafés como queriendo que yo completará la frase, y así lo hice.

—Emma, Emma Roth.

—Pues bien, Señorita Roth. Como les dije antes, No pasa nada si lo reprueban, es sólo diagnóstico. A lo largo del semestre estaremos viendo estos temas y si tienes alguna duda, sólo házmelo saber.

—Muchísimas gracias, profesor. Con permiso— le dediqué una sonrisa de agradecimiento y me volví a mi lugar.

Al término de la clase guardé mis cosas lo más rápido que pude y corrí hacia el casillero de Katie. Ahí dijimos que nos veríamos en cuanto terminara esta clase.

Después de dos minutos llegó, pero no vino sola, la acompañaba una chica pelirroja con la que platicaba de forma amena.

¿Qué hace con ella?, ¿Acaso ya no me quiere?, ¿Esa chica habrá planeado ya robarme a mi mejor amiga?.

Ok, lo siento, tal vez estoy exagerado. Ustedes disculparán.

No me gusta ser celosa, pero es mi mejor amiga Katie y aunque no quiera, siento ese piquetito de celos en el estómago, pero soy buena ocultando mis sentimientos así que respiré profundo, sonreí y la saludé.

—¡Katie!— le digo con emoción— ¿Qué tal tu primer clase?

—Pues normal, el maestro de mate que nos tocó es un viejito gruñón. ¡Oh, cierto! Ella es Emma, mi mejor amiga—Dice dirigiéndose a la chica, pero señalándome a mí.

—Mucho gusto, soy Frida— Extiendió su mano y yo sonreí mientras le devolvía el saludo.

—Igualmente, el gusto es mío— Afirmé mientras esperabamos a que Katie sacara un libro de su casillero— ¿Y de dónde eres, Frida?

Sólo es el profesor... ¿no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora