Capítulo 3: El incidente

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-Señorita... Roth, ¿Cierto?

Trágame tierra.

¿Ahora cómo le respondo? Le grité a mi profesor. Sentí el calor subir por toda mi cara.

Debo de estar totalmente roja, ¡Qué vergüenza!.

- Lo siento, Profesor. Ahora mismo limpio el piso- Me disculpé y salí de ahí con la cabeza baja por semejante vergüenza.

Tomé el trapeador y todos los demás utensilios de limpieza para arreglar el desastre mientras suspiré con pesar. Pues tendré que pagar el capuchino y la taza (que quedó hecha añicos por la caída) con mi dinero.

¡Hoy es el mejor día de mi vida! (nótese el sarcasmo).

Entre de nuevo al café y noté que el profesor ya se había sentado en la barra, cerca de la caja, pero por un momento lo ignoré y me dirigí hacia la zona que debía limpiar.

Con el recogedor y una pequeña escobeta intenté recoger los pedazos de taza rota, pero algunos eran muy grandes, así que los comencé a tomar con la mano.

Grave error, Emma. No lo hagas.

Las orillas de casi todos los trozos estaban muy afiladas así que los tomé con mucho cuidado, pero al parecer no fue suficiente ya que me corté.

Lancé un pequeño chillido e hice una mueca de dolor mientras me revisaba la mano. La herida era profunda, pero no me podía detener ahora así que continué limpiando pero ahora con más cuidado.

Al terminar, me dirigí al baño para revisar mi mano, del capuchino se encargó Henry así que solo me preocupé por limpiar y desinfectar la herida con el botiquín de primeros auxilios que hay en la cafetería.

Tomé el alcohol y lo puse en un algodón. Empecé a colocarlo en mi mano e hice una mueca de dolor.

Dios, cómo arde esta cosa.

Continué tallando el algodón en la herida y proseguí a poner una gasa sobre ella. Hice todo lo más rápido que pude pues tenía que volver a trabajar así que coloqué la gasa y en seguida volví a mi área de trabajo.

Caminé rápido hacia la barra y noté que el profesor sigue en el mismo lugar, con su laptop trabajando mientras toma su café y come galletas. Al salir, volteó a verme y pude notar un poco de preocupación en sus ojos.

No pude evitar mirarlo, aunque no es el hombre más guapo del mundo, es muy lindo. Tiene una ligera barba bien arreglada, se le marcan un poco los músculos, aunque no es mucho, pero se nota que hace ejercicio y ojos cafés con unas grandes pestañas que oculta bajo sus lentes.

Está muy concentrado en lo que escribe, debe de estar preparando sus clases o haciendo planeaciones, yo qué sé.

Me acerqué para preguntarle si necesita algo más- Profesor, ¿Le gustaría tomar otra cosa?

-Llámame Edward fuera de clases- Detalló con una sonrisa en su cara.

-Ok, profesor. ¿Necesita algo más?- contesto con una sonrisa un tanto burlona.

No es que sea grosera, pero me resulta extraño llamar sólo por su nombre a un Profesor.

-Está bien-Alzó las manos en señal de rendición-, un sandwich de pavo, por favor.

Sólo es el profesor... ¿no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora