Capítulo 4. "Carta inválida"

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Un pequeño rayo de luz se filtra por mi ventana, justo pega directo en mi rostro y me calienta. Abro los ojos analizando donde me encuentro y me siento sobre mi cama, encendiendo mi sistema.

-Cariño despierta, se hace tarde. -murmura mi padre detrás de la puerta.

-Si, eso hago. -me siento sobre la cama, retirando ligeramente las sábanas de mi cuerpo.

Estás quedan a la altura de mi cintura, cierto los ojos lentamente para caer boca bajo contra el colchón.

-¡Valerie! -grita mi padre golpeando la puerta.

Me levanto de un brinco de la cama y me incorporo lo más rápido posible.

-¡Estoy despierta, estoy despierta! -hablo con voz adormilada.

Me siento justo en el borde y miro fijamente el escritorio donde descansa limpio y pulcro mi prestigioso uniforme.

Pongo un pie sobre la puerta principal del colegio y observo con tranquilidad todo el espectáculo que se está montando.

Sálvame, oh gran majestad que reina los cielos.

Lo que se observa a primeras es la gran cantidad de corazones rojos, pequeños besos y dibujos en papel de rosas estampados en la pared blanca del corredor principal.

Un grupo de chicas a la izquierda intercambia postales con decorados muy coloridos, tres chicos visten un traje de mimo con carteles en los que se leen tres frases "Abrazos gratis", "Besos por un dólar", "envíale un mensaje a tu crush".

Bien ahora tenemos negocios.

Una pareja al fondo se besa apasionadamente y yo creo que voy a vomitar.

Vaya finísimo día en el instituto más prestigiado.

Caminé hasta llegar a la taquilla y la abrí, tomé mis cosas y al cerrarla una chica chillo y gritó:

-¡Happy Valentine's day, Valerie! -pronuncio mi amiga con tanta emoción que me resultó repulsivo.

Querida Ann, esto no es por ti.

-Y también para ti Annika.

¿De verdad le deseaba un feliz día del amor y la amistad?

Ella, se acercó y me dió un apretujante abrazo.

Me paralice al instante y deje que descargara todo su amor por mi, digo, era cálido y muy dulce.

De un tirón se aleja unos cuántos centímetros de mi y la puedo observar aún mucho mejor.

Ella es un poco más pequeña que yo, tiene unos enormes ojos color miel, su piel es blanca y perfecta, tiene una nariz pequeña y respingona acompañada de unas mejillas rosas que le hacen ver más pequeña de lo que en realidad es.

Lleva su cabello atado en una coleta alta y porta su uniforme aún más perfecto que el mío, con las calcetas hasta las rodillas.

Se le ve muy feliz, y me dedica una sonrisa de oreja a oreja.

Cuánto me gustaría poder tener la misma actitud que Annie.

De un solo movimiento observo en cámara lenta como por detrás de ella saca una caja con un gran moño.

Oh no, oh no.

Feliz día. —habla sonriente y me entrega la caja.

Suelto un bufido y la abrí con lentitud teniendo que sea una bomba casera como venganza por tratarla como una desconocida.

AnónimoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora