Capítulo 7 "Las estrellas en el cielo"

8 2 0
                                    

Luego del encuentro con Selin en el baño de chicas, una sensación de amargura y repulsión llenó mi cuerpo.

No pensaba dejar que los comentarios insignificantes arruinaran la poca paciencia que tenía.

Me encontraba afuera del sitio, tomando el aire fresco. Tratando de animarme a entrar.

Los autos aún circulaban con efusividad sobre las calles de la ciudad, como si fuera un fin de semana muy agusto. Pero a decir verdad, en esta urbanización no era posible llevar un ritmo de vida apartado de la sociedad, de los bares, discotecas y las fiestas que se situaban en alguna mansión a los alrededores de la ciudad.

Di unos cuántos pasos en dirección a un banquito que se hallaba cerca de la entrada principal.

Me senté, levanté la cabeza en dirección al cielo. Habían unas luces incandescentes en algún punto sobre los techos de los rascacielos que dañaban la hermosa vista de la noche.

Recordé cuando pequeña solíamos visitar nuestra casa de campo, los días en los que mi única preocupación era jugar con los niños que vivían cerca. Días en los que salía a explorar la inmensidad de los bosques aledaños.

Recordaba el olor puro que desprendían los árboles y florecillas de la zona. Sentía tanta paz estando ahí, antes de que todo se volviera una cárcel en mi vida, en la vida de mis padres.

Resoplé y trate de alejar los sentimientos angustiantes que comenzaban a crecer en mi interior.

Si algo había aprendido bien es que cuando más muestras lo que sientes, es cuando más daño pueden hacer las personas. Se cuelgan de tus inseguridades y crean escenarios en los que tus peores miedos arremeten contra ti.

Me abracé a mi misma en un intento de consolarme, de hacerme sentir fuerte, valiente, segura y protegida.

Por un momento desee volver a ser aquella chica inocente, feliz y alegre como solía ser. Desee con todas mis fuerzas reparar los errores del pasado.

Quería regresar el tiempo y advertir lo que sucedería, retener todas las acciones que me llevaron a ser lo que soy hoy y eliminar los comentarios y chismes que habían surgido a mi alrededor.

Claro, eso se estancaba únicamente en un pozo de deseos, en la fuente donde lanzas una moneda pidiendo desde el fondo de tu corazón aquello que súplica tu alma.

Las cosas no volverían a ser igual, de alguna forma yo terminaría siendo la persona que hoy soy.

Sentí que los ojos se me aguaron y respiré profundo, los cerré y apreté con fuerza reprimiendo cualquier sentimiento de vulnerabilidad.

No era el momento, nunca lo era, menos teniendo alrededor a mis padres quienes siempre habían procurado mantener lejos los asuntos personales de los medios de comunicación.

Un grito a lo lejos llamó mi atención.

Voltee en dirección a la entrada del majestuoso edificio y justo ahí había una pareja, un chico vestido de un traje negro me daba la espalda, estaba quieto pero no podía percibir algo más.

Una chica está frente a él, llevaba un vestido largo de color lila, su rostro se mezclaba con la negrura de la oscuridad de la noche por lo que a la distancia no pude distinguir su rostro. Movía los brazos con exageración y después de aquel grito bajó el tono de voz pero todo su cuerpo emanaba furia, enojo.

Por un segundo creí que acabaría por golpear al chico, ese pensamiento desapareció de mi mente pues de un momento a otro el hombre comenzó a avanzar a paso firme y decidido hacia ella.

AnónimoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora