Dos

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—Santa mierda,—murmura Louis, escrutando la imagen de la ecografía y regresando a ver a Harry.

—Carajo. Harry, ¿viste esto?

—Ojos en el camino, bebé,—recuerda Harry antes de quitarle de las manos la ecografía a Louis.—Lo vi. De hecho, lo vi cada vez que tú me lo ponías en la cara—dijo Harry radiante.

Louis se sonrojó ante eso.

—Pero, ¿no es de locos?—pregunta Louis, tratando de no distraerse a sí mismo del camino.—Es como, mierda. Hicimos una persona.

—Realmente debes trabajar en tus maldiciones, amor—advierte Harry, poniendo una mano en el muslo de Louis.—Eso también significa, no más skate. O fútbol. O rugby.

—¿Disculpa?—Louis mira a Harry. 

—Es demasiado peligroso, mi amor—Harry dice, sonriendo culposo mientras le acaricia el muslo a Louis.—Incluso si tienes solo un mes.

—Yo...—Louis suspira, hace un ligero puchero en su cara y se cruza de brazos.

—Eso es injusto.

—Manos en el volante, cariño,—Harry recuerda, con una sonrisita en su cara.

—Lo siento, amor. Pero será solo por unos meses.

—¡Dos tercios del año!—exclama Louis, poniendo de vuelta las manos en el volante.

—Jesús.

—Te admiro por hacer esto de todas formas—dice Harry suavemente mirando a Louis, tuerce su boca con ello.

Y, mierda, ahora Louis se siente realmente mal por quejarse. Harry es demasiado dulce y puro para este mundo.

—Maldición, lo siento, bebé.—Louis suspira.—No volveré a quejarme, ¿bien? Estoy feliz. En serio mucho.

Harry solo asiente.

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—Harry, amor,—Louis se queja desde el sofá,—¿podrías tráeme la aspirina? ¿Por favor?

Harry niega con la cabeza, asomándose por encima del sofá.

—¿No escuchaste al doctor, cariño? Nada pastillas si no se recetan.

Louis hace un puchero ante eso, hundiéndose más en el sofá.

—Me duele la cabeza,—suspira Louis.

Harry acomoda el moño que se ha hecho en el cabello y camina para rodear el sofá y sentarse cerca de Louis.

—Lo siento, osito—tararea Harry alegremente, mientras abraza de lado a Louis y pone su mejilla en su pecho.

Louis pone un brazo alrededor de Harry y besa su cabeza.

—¿Qué tal si te preparo la cena y entonces después me pongo esa pequeña cosa roja que tanto te gusta?

Los ojos de Louis se abren mientras asiente frenéticamente.

—La maldita cosa roja. Mierda, sí—dice Louis, haciendo reír a Harry.


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—¿No puedes llamar al doctor o algo así?—Louis murmura cuando Harry se acerca a él con un vaso de agua y le quita el flequillo que le cae por la frente.

—Las nauseas matutinas son normales, amor—dice Harry suavemente, tratando de no empeorar el dolor de cabeza de Louis.

—No hay nada que podamos hacer, cariño, pero investigaré más tarde para ver cómo podemos calmarlo.

Masculinity | L.S. mpreg (traducción) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora