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...

Lapis lo observó detenidamente. Sus ojos vivos, cada facción en su rostro juvenil, su cabello tan alocado y sus ropas carentes de clase. Realmente se trataba de un humano, uno que aun no alcanzaba la adultes.

Una fuerte emoción se apoderó de Lapis, algo que no sentía desde hace tanto... Esperanza.

Sumergida en aquella infinita y oscura soledad, después de haber gritado desde lo más profundo de todo su ser, tras todas esas lagrimas que había derramado. Una ligera sonrisa se formó desde la comisura de sus labios. Finalmente, alguien la había encontrado. La vela volvió a encenderse. ¿Seria él, la persona que al fin podrá liberarla?

Desafortunadamente, aquellos sentimientos no tardarían mucho en desaparecer.

-"¡Perla!". El joven muchacho exclamó con alegría y se acercó para abrazar a cierta chica joven, a la cual Lapis reconoció al instante.

-"Oh, ahí estas. Hola Steven"-saludo ella tras corresponder el abrazo del chico- "¿Qué hacías en el sótano?".

-"¿Una Perla?"-Lapis la reconoció con solo verla-"Definitivamente ella no es una humana. ¿Que rayos hace una Perla con un humano?".

Escuchó la pequeña conversación que tenían el humano y la perla. Por su manera de hablar, parecía ser que se llevaban en muy buenos términos.

¿Desde cuando las Gemas empezaron a relacionarse con los humanos? ¡No lo entiendo! Llegamos a este planeta para exterminar cualquier forma de vida y utilizar sus recursos para crear nuevas colonias. Si en verdad El Planeta Madre gano la guerra, ese humano ni siquiera debería de estar charlando tan tranquilamente con esa Perla.

Lapis no lo comprendía, pero supo que no debía de darle importancia a aquello por ahora. Guardó la calma, se mantuvo expectante y al tanto. Lo mejor que podía hacer en este tipo de situaciones era no perder la compostura. Ese joven humano aun llevaba el espejo en la mano, y no parecía tener ganas de devolverla al lugar de donde la recogió, así que podía estar tranquila en ese aspecto.

Lo mas ideal en estos momentos era no llamar la atención, recabar cualquier tipo de información que pudiera obtener y ya después pensar en lo que estaba pasando. Después de todo, no podía darse el lujo de confiar en que esa Perla la ayudara de buenas a primeras.

Debía ser paciente, enfriar su cabeza y esperar hasta entonces...

...

Y así cayó la noche.

El joven humano había dejado el espejo sobre uno de los estantes de su habitación luego de preguntarle a la Perla si podría conservarla, y que esta por zares del destino aceptase.

En todo este rato, Lapis había prestado mucha atención a cualquier cosa que pudiera ser útil o importante del exterior. Sin embargo...

¿Qué rayos hace una Perla al lado de un humano? ¿Porque conversa tan tranquilamente con el humano? ¿Y qué pasa con ese humano? Me observa y anda conmigo por ahí como si nada. Lapis se quejó mientras caminaba de un lado para otro, claramente en ese espacio negro de oscuridad.

El lugar en donde se encontraba justo ahora no era como cualquier otra zona del Planeta Madre. Bueno, en definitiva no lo era. Eso significaba que todavía seguía en el planeta donde había sido enviada, y posteriormente capturada, lo cual no era un gran problema hasta cierto punto.

El verdadero problema ahora era esa Perla.

Lapis hizo un gran esfuerzo para mantenerse firme y no entrar en pánico, pese a que los nervios la golpearan de lleno cuando esa Perla había aprovechado el momento para tomar e inspeccionar minuciosamente el espejo, luego de que aquel humano lo dejara a un lado y se ausentara por unos minutos con la excusa de "ir al baño".

Fue como si esa Perla dudara intensa y fríamente sobre aquel objeto, y esto solo hizo que Lazuli sudara frió.

Maldita sea. ¿¡Las Perlas siempre fueron tan aterradoras!? ¡Casi me da un infarto!

Por fortuna no ocurrió nada. La Perla volvió a dejar el espejo en su sitio justo en el instante en que el humano regresó, y sin saber por que motivos, esto hizo suspirar de alivio a Lapis.

Ante esta experiencia, llegó a la conclusión de que si intentaba de alguna manera entablar comunicación con ese humano, aun en presencia de esa Perla, seguramente hubiera terminado en algún lugar peor que el anterior. ¿Quien sabe? Tal vez hasta no volvería a ser encontrada JAMAS en lo que le quedaba de existencia.

Lo que acababa de suceder aquí era un milagro, una oportunidad de oro. Si lo echaba a perder ahora y se dejaba controlar por las emociones que de pronto revolotearon su interior por finalmente ser hallada, seguramente iba a terminar suicidándose por cuenta propia... aunque el espejo no la dejaría morir de todos modos.

Afortunadamente, pudo escuchar la pequeña conversación de ese humano y la Perla dos horas antes, donde la Perla le explicaba al pequeño que ella se iría por un tiempo. Aunque el humano se notara triste al recibir esta noticia, para Lapis fue un problema menos del que preocuparse.

...

Lo siguiente que se preguntaba la de cabellos marinos era...

-"¿Qué rayos hago ahora?".

A pesar de que ese joven humano de peinado alocado no pareciera una mala persona, el hecho de que conviviera con una Perla era motivo suficiente para desconfiar de el. Pero estaba claro que no podría quedarse sin hacer nada.

Por fin había sido encontrada por alguien, no podía simplemente quedarse callada para siempre y esperar a terminar en algún lugar peor.

El humano parecía desconocer completamente lo que era ese espejo en realidad. Si bien es cierto que había demostrado un gran interés por él, eso no significaba que lo conservaría para siempre. Lapis estaba segura que pasaría un tiempo antes de que el humano se aburriera de ella y luego la desechara, y eso por obvias razones, era un final que no estaba dispuesta a tomar.

Por lo menos tendría suficiente tiempo para pensar en alguna manera de poder escapar, debía de pensar en algo antes de llegar hasta ese punto. Hasta entonces, lo mas prudente seria no llamar la atención del chico. Ese era su plan ingenioso.

Si descubriera lo que realmente es el espejo, seguramente terminaría en manos de alguien que si sepa como usarlo, como esa Perla.

Ante esto, Lapis suspiró cansada.

-"Lo estoy pensando demasiado, creo que debería descansar un poco"-dijo para sí misma con un poco de pesadez.

Pero, por mas que ella quisiera, eso no iba suceder...

Digamos... que el destino tenia otros planes para ella.

-"No-puede-ser...".

Lapis quedó en shock.

Su menté musitó las palabras que de sus labios no pudieron salir por la sorpresa, algo que la dejó sin palabras.

¿Que era ese "algo"? Bueno, nada mas y nada menos que ese mismo joven que la había encontrado hace ya unas cuantas horas atrás.

FIN DE LA PARTE 2

La Gema del Espejo / Lapiven (AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora