Steven DeMayo, un chico alegre de 16 años que acaba de mudarse junto con su padre a su nueva casa, la cual habia sido propiedad de su fallecida madre.
Con ello, la vida de Steven daria un pequeño giro tras descubrir accidentalmente un objeto que se...
-"No-puede-ser"-eran las palabras de Lapis el ver a ese chico tirado a sus pies.
Tres palabras salidas de su mente, y una cuarta desde el fondo de su corazón...
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Sin saberlo, Lapis se había metido en un gran problemón. Su plan ingenioso había sido lanzado por la borda.
-"¡Esto es malo! ¡Muy malo!".
El humano no parecía haberse dado cuenta de la situación gracias a que aun seguía dormido, pero Lapis, quien se encontraba de pie justo delante del chico, se puso en alerta máxima al verlo.
Su reacción había sido como la de un gato que miraba fijamente e inmovil a algo de lo que desconfiaba.
Las dudas carcomieron su cabeza mientras observaba al humano. Su cerebro trataba de pensar fuertemente para darle una explicación lógica a lo que estaba ocurriendo. De seguir así, tenia el presentimiento de que seguramente empezaría a humear por el sobrecalentamiento.
Ningún humano normal podría tan siquiera entrar a este lugar. Por lo menos, eso era lo que ella creía. Curiosamente tenia que ser el mismo humano quien la había encontrado.
Mas dudas empezaron a rondar en su cabeza, preguntándose si aquel chico delante suya realmente era un humano. Se cuestionaba el como era posible que ese chico haya podido entrar tan fácilmente al espejo. De hecho, debería de serle totalmente imposible por ser un humano.
En primer lugar, los humanos no poseen la energía suficiente como para poder entrar. ¡Ni siquiera la tienen!
Desde que ella había llegado por primera vez a este planeta, jamas tuvo la oportunidad de ver en persona como era un humano, y el hecho de poder ver a un ejemplar tan de cerca le resultaba intrigante y raro.
Recordaba que antes de llegar a través de los portales principales, sus superiores le habían informado que ella, junto con otro pelotón mas de gemas especializadas, actuarían como una "Unidad de Respuesta" que lucharía contra otras gemas que se habían revelado. Sumado a eso, que los registros no mencionaban casi nada sobre los humanos, con excepción de lo básico.
Pese a ser numerosos, los humanos son extremadamente débiles, sucios y para nada inteligentes.
Si, son seres muy débiles y todo, pero le sorprendía lo físicamente parecidos que eran a las gemas. Todo lo contrario a cualquier otro ser de cualquier otro planeta a los que Lapis haya visitado en el pasado.
¿Debería...?
Lentamente, Lapis tocó con uno de sus dedos el apacible rostro del joven. Su mejilla se sentía suavecita. Fascinada y con un leve sonrojo siguió acariciando las mejillas del humano, bajo un poco hasta sus brazos para comprobar sus músculos y se frenó en seco justo para caer cuenta de lo que estaba haciendo.
¡Volviendo a lo anterior!... De momento no parecía haber nada extraño con él. Tampoco habían señales de que este tuviera una gema incrustada, lo cual descartaba la posibilidad de que lo fuera. Pero tampoco respondía al 100% la pregunta...
