Maldita provocadora

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Llamó a la puerta de Natalia rápidamente. La morena había salido del bar unos minutos antes para disimular un poco ante Julia y Carlos. 

Ni que decir tiene que la más alta se había pasado toda la noche pasando su mano entre sus muslos cada vez que tenía ocasión. Lo cual la había puesta demasiado cachonda. 

A ambas, en realidad. 

Y eso no estaba nada bien, si hubiesen llegado a enterarse de lo que estaba pasando entre ambas, la morena no hubiera tenido suficiente mundo para correr. 

- Que rápida, Reche, ¿me echabas de menos?- preguntó la morena con una sonrisa mientras se hacía a un lado para dejarla pasar. 

- Mira, que sea la última vez que... - pero no le dio tiempo a decir nada más, porque tan pronto como escuchó el portazo de la puerta tras ella, la morena la cogió por la cintura, le dio la vuelta y la empujó contra ella con brusquedad.

Alba gimió. No se esperaba aquel movimiento. Natalia la tenía presionada contra la puerta y la miraba como si llevara una semana sin comer. Su cara a tan solo unos centímetros de la suya. 

Sentía como si ya hubiera vivido ese momento antes, solo que estaba vez las posiciones se habían cambiado. 

- No hables más - susurró Natalia, su aliento golpeando su boca, enfatizando en la poca distancia que había entre sus labios - No quiero que digas nada más que no sea mi nombre, cuando estés tan al límite, que no puedas respirar - marcó una pausa entre cada frase.

Su corazón latía fuerte. No sabía si tenía que estar asustada o excitada. Esa versión de la morena no la había visto hasta ahora. Sus pechos se tocaban, el roce constante de la pierna de Natalia contra su centro mojado por la excitación anterior, estaba volviéndola loca, incluso a través de la ropa. 

Quería gritarle. 

Quería empujarla y ser ella misma la que se encargara de volverla loca. De llevar el mando. 

Pero los ojos de Natalia estaban mucho más oscuros de lo que solían estar, llenos de hambre, sed y pura pasión.

No pudo evitar perderse en ellos. 

Sin poder soportarlo más, intentó avanzar su rostro para besarla. Pero Natalia se lo impidió, echándose hacia atrás. Cogió sus brazos y los levantó sobre su cabeza. 

- No, no - susurró sobre sus labios - ¿Tienes prisa? - se acercó a su cuello y besó todos y cada uno de los lunares que habían allí, como si estuviera uniéndolos con su saliva - Vamos a hacerlo a mi manera - susurró mientras chupaba el lóbulo de su oreja, haciendo ruido con su saliva al despegarlos para hablar.

El agarre sobre sus muñecas se tensó, y de repente, no pudo respirar, porque la morena empezó a mover su rostro, rozando su mejilla hasta llegar a sus labios los cuales se juntaron con los suyos, besándola ferozmente. 

Dejó la mente en blanco al notar su húmeda lengua tocando la suya, toda su frustración acumulada en el acto. La morena soltó sus muñecas y las bajó por sus laterales lentamente mientras sonreía sobre sus labios. 

Estaba poniéndola enferma. 

Notó sus largos dedos alrededor de su cintura, acercándola más hacia su cuerpo de golpe. Soltó un gemido cuando su centro chocó contra su pierna de nuevo. No podía soportarlo más. Estaba al borde del colapso. 

Un mal día para utilizar falda, sin duda. 

- Me estás volviendo loca, joder - soltó Alba de pronto, restregándose descaradamente sobre su pierna.

Una fina líneaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora