Ojalá pudiera quedarme así para siempre

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Alba se paseaba arriba y abajo por el pasillo fuera de la puerta de casa de Natalia. 

Y estaba más que nerviosa por lo que pudiera depararles la noche. Al fin y al cabo, era la primera vez que iban a una cita siendo conscientes de que lo que sentían. 

Cuando finalmente decidió que ya había hecho suficientes pasos aquel día, se detuvo frente a la puerta el tiempo suficiente para poder llamar al timbre. Tomó una profunda respiración y empezó a balancearse con sus pies hacia adelante y hacia atrás, experimentando una rara sensación de déjà vu del momento exacto en el que aceptó la oferta de la morena sobre ser amigas con derecho. 

Curioso el modo en el que han terminado las cosas... 

Finalmente, Natalia abrió la puerta. 

- ¡Hola! - exclamó Alba de inmediato, saltando sobre su cuerpo para plantarle un beso en la mejilla antes de poder entrar dentro de la casa - ¿Dónde vamos a...

Detuvo su discurso cuando levantó la vista y se fijó en el comedor, el sofá casi pegado contra la pared, la gran mesa en el centro de la sala de estar con un par de velas encendidas en el centro y otras más pequeñas colocadas alrededor del salón, creando un ambiente seductor y al mismo tiempo romántico. 

- .... ir? - cuando terminó de asimilar todo lo que estaba viendo volvió su mirada hacia Natalia, que mostraba una sonrisa tímida en su rostro, más nerviosa de lo que nunca la había visto antes. 

- Pensé que en lugar de ir a cenar fuera, te gustaría más que cocinase para ti... - explicó Natalia en voz baja. 

Alba tragó saliva. 

- Vaya... - su mandíbula rozando el suelo en ese punto, al parecer sus amigas tenían razón sobre el romanticismo de la morena - Ésto es... genial... o sea... no me lo esperaba... en absoluto. 

Natalia resopló y le sonrió. 

- ¿Eso es bueno o malo? - preguntó con preocupación en su voz. 

- Bueno... muy bueno - explicó Alba. 

Natalia asintió y se quedó observándola por un momento. 

- Vale pues... siéntate y lo sacaré todo. Ponte algo de vino, si quieres. 

- Vale - dijo Alba antes de sentarse. 

Estuvo a punto de levantarse para ayudarla a sacar la cena, pero en menos de un minuto Natalia ya había salido con los platos. 

- He hecho espaguetis con verduras, espero que no me odies mucho, sé que sueles comerlos bastante pero es uno de los platos que mejor me salen... y... - explicó la morena antes de sentarse frente a ella.

- No, no - empezó a decir con una sonrisa - Me encantan.

- Vale - sonrió - Por cierto... estás guapísima Albi. Creo que no te había visto nunca con el pelo así de rizado o con ese vestido que llevas. 

Señaló su vestido negro de tirantes, tan ceñido a su cuerpo que era capaz de notar cada parte de su cuerpo, como si fuera una segunda piel.

- ¿Es demasiado? - preguntó en voz baja - O sea... sé que me habías dicho que nada demasiado elegante pero lo he visto en el armario y me ha gritado para que lo cogiera. 

- Gracias a Dios que te lo ha gritado pues - se rio. 

Alba se sonrojó.

- Tu también...  estás increíble Nat, esa camisa... en fin. 

Natalia entrecerró un poco los ojos y bajo la mirada a la camisa negra con transparencias que se había colocado concienzudamente, pues sabía lo mucho que le gustaba a su chica contemplar sus abdominales cada vez que tenía ocasión. Por otro lado, los pantalones chinos del mismo color que su camisa, realzaban su figura de un modo que, Alba se había quedado sin aire al verla.

Una fina líneaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora