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—¿Y aceptaste? —preguntó Diana llevando los platos al lavavajillas

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—¿Y aceptaste? —preguntó Diana llevando los platos al lavavajillas. Yo le ayudé a recoger los condimentos y los manteles.

—Lo hice —respondí.

Diana soltó un grito pequeño de emoción. Sonreí por ello y ella me abrazó alegre.

—Sabía que esto pasaría pronto. Tú y Andy quedaría perfecto juntos. Él es un hombre tan lindo, es caballero y atento, __________. Es lo que ya necesitas.

—Pero aún no sucede...

—Y no me importa. —Diana me interrumpe soltándome con rapidez para observarme fijamente—. Algo sucederá pronto entre ustedes.

Diana continuó haciendo lo suyo mientras que yo sólo me limité a decir más. El recuerdo de la visita de Bill y Tom en la casa de tía Mary me causó unos estragos muy malos.

—Tengo que contarte algo —comento a Diana. Ella me presta su atención observándome.

—¿Qué pasa?

Permanecí en silencio pensando en la forma idónea de platicarle a Diana la repentina visita de Bill y Tom en casa de tía Mary.

—Bill y Tom fueron a casa de tía Mary ayer por la noche. —Lancé sin más y no queriendo dar tantas vueltas al asunto. La cara de Diana reflejó un asombroso demasiado evidente.

—¿Disculpa? No sé si te escuché bien. ¿Acabas de decir que Bill y Tom, tus hermanos, fueron a casa de tía Mary? —repitió intentando caer en razón. Yo sólo asentí—. Menuda mierda. ¿Y que ha pasado, los viste?

—Sí y no fue un reencuentro muy grato.

—¿Qué sucedió? —Diana me encaminó a la mesa del comedor para sentarnos y cómodamente platicar.

—Después de que la fiesta de tía Mary terminó y tú te fuiste con papá a dejar a tía Keren a su hotel. Andy, Sam y yo nos fuimos a la habitación de Samantha para ver una película, al poco rato ella y yo nos quedamos dormidas. No sé cuánto tiempo transcurrió pero desperté para ir a la cocina y conseguir un vaso de agua.

—¿Te los encontraste? —Diana preguntó con intriga.

—Sí —respondo cabizbaja recordando el momento y las sensaciones del impacto que me causó volver a ver a Bill—. No supe cómo reaccionar. Lo único que hice fue salir corriendo estando envuelta en un mar de lágrimas.

—No puedo creerlo, __________ —respondió Diana con cierta incredulidad—. Después de tanto tiempo, no puedo creerlo.

—Tengo miedo, Diana. Me ha costado tanto esfuerzo el lograr salir adelante sin él y sin mí madre, que ahora siento tenerlo todo y él quiera aparecer para destruirlo.

Un nudo en mi garganta se formó al sentir como todos aquellos sentimientos, que he tenido que superar a lo largo de estos años, vuelven a atosigarme sin piedad alguna. Me sentía vulnerable, con miedo e insegura. No tenía la menor idea de lo que el regreso de Bill iba a traer a mi vida.

Delirante #2 El delirio de amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora