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—Ha sido una gran decisión, ___________ —dijo Diana

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—Ha sido una gran decisión, ___________ —dijo Diana.

Diana había decidido en venir al centro cultural para ayudarme en unas tareas. Trajó a Samantha con ella e incluso mi pequeñq hija se entretenía haciendo los moños que le enseñé el indiqué hiciera.

—Realmente tengo miedo, Diana —hablé sin siquiera observarle—. Siento que me he precipitado y ni siquiera sé cómo es que le diré o abordaré el tema.

—Sólo comienza con algo casual. Comienza a platicar con él y cuando ambos se sientan cómodos. Dile la verdad.

—¿Y si reacciona mal?

—¿Qué es lo peor que puede pasar? —preguntó Diana dejando el ramillo decorativo de flores sobre la mesa para observarme inquisitiva.

—Que se enfade.

—¿Y que importa si se enfada? Si se va y niega su paternidad, no afectaría nada...

—Pero, no es que lo niegue. Es que lo reconozca y se enfade por mí silencio todo este tiempo. —Me dirigo al estante de pinturas y tomo un par de ellas.

—Tienes una cuartada. Él jamás regresó y te negó hablar.

—Tuve la oportunidad de decirle y la desperdicié, Diana. Todo está en mi contra si él se enfada por mí silencio. —Coloqué las pinturas en la mesa con estruendo. Todos observaron a mi dirección mientras Diana sonreía nerviosa a todos indicándoles no pasaba nada.

Diana dejó sus cosas para dirigirme fuera del salón y llevarme a una de las bancas para conversar con mayor tranquilidad.

—Tranquila, amiga. No pienses en lo negativo. ¿Qué es a lo que temes?

Permanecí en silencio por unos minutos buscando las palabras correctas. Diana me acarició el brazo en muestra de apoyo.

—En que se enfade por haberle ocultado su paternidad, que me eche en cara el no haberle dicho nada y que al final me exiga ver a Samantha además de querer quedarse con ella. —Solté un fuerte sollozo adolorida. Tenía miedo. Me sentía aterrada por la reacción de Bill.

—No creo que eso llegara a pasar, ________. Si eso fuera así, podrían llegar a un acuerdo. Que él conviva con Samantha ciertos días.

—¿Pero con que cara le hablaría a mi hija sobre su padre? ¿Cómo le diría a Samantha que mi propio hermano es su padre?

Las lágrimas comenzaron a salir sin tregua alguna. La desesperación e incertidumbre me consumían viva. ¿Qué podía esperar de Bill, hoy? ¿Lo peor o lo fatal?

—Son muchas cosas que tendrías que poner en orden, amiga. Explicarle a Bill, Samantha, Andy e incluso a Mary. —Diana pasó su brazo sobre mis hombros para darme un pequeño abrazo.

—No pensé con claridad en todo lo que conllevaba hablar con Bill, amiga —digo a Diana—. No razoné, no vi el panorama desde fuera. No sé cómo voy a hacerlo.

Delirante #2 El delirio de amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora