Donde ocurrían cosas extrañas y el amor fue inevitable para todos dentro del psiquiátrico de Madrid
"-Mañana será otro día -murmuró Samuel"
Y es que él amaba a la gente interesante, y Rubén era una de esas personas.
Una banda desorganizada de ladron...
-esta historia contiene los siguientes shipps; rubegetta, wigetta, luzuplay y fargexby
-contiene escenas +18, leelo bajo tu propia responsabilidad
-aquí no se trata de insultar a nadie con transtornos mentales, solo mencionar estos y desarrollarlos en los personajes de la historia
-pido por favor no enviar esta historia o fragmentos de esta a los chicos, es incómodo ]:
-recordar siempre que todo esto es ficción y que todos son simples personajes
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Donde ocurrían cosas extrañas y el amor fue inevitable para todos dentro del psiquiátrico de Madrid
"-Mañana será otro día- dijo el muchacho y cerró la puerta de la habitación iluminada, el menor lloraba y daba leves golpes a la puerta intentando estar con el amor de su vida"
Una banda desorganizada de ladrones sufrió un accidente en un intento de fuga, Rubén, Borja, Alejandro y David fueron diagnosticados con distintos trastornos quedando libres de la justicia y obligandolos a ingresar al Psiquiátrico central de Madrid, donde trabajaban Guillermo, Samuel y Raúl, doctores destacados en ese lugar que hicieron caer en las manos del amor a aquellos cuatro jovenes.
El mayor conducía con velocidad, lamentos se escuchaban desde la parte trasera del auto, le habían disparado a dos de ellos, las sirenas se escuchaban detrás de ellos y las luces estaban cegando a David
—¿No puedes ir más rápido? —habló Rubén entre quejas, tenía una bala en el estómago y hacía lo posible por no desangrarse, miraba por el retrovisor la mirada nerviosa del muchacho conduciendo— yo y Alex nos vamos a morir si sigues a esta puta velocidad..
—Rubén, estoy tratando de ir lo más rápido posible, tenemos cuatro putas patrullas tras nosotros —dijo en un tono borde lo cual hizo que el chico de capucha se diera vuelta y mirara fijamente a David, antes estaba socorriendo al menor, que estaba que se moría de dolor en ese mismo instante
—Dejame conducir —habló y extendió sus manos al manubrio, de inmediato el pelinegro trató de alejarlo de ahí, así iban a morir
—¡Luzu! —gritó tratando de apartar al muchacho, sus brazos empezaron a temblar de los nervios mientras el contrario trataba de conducir, un fuerte golpe y oscuridad lograron percibir los cuatro chicos, las luces de las sirenas alumbraban levemente su auto y un sonido ensordecedor era lo que lograban escuchar ahí, su auto se había caido por un mediano desnivel, habían sufrido un accidente que en el que no hubieran llevado cinturon sus cuerpos se encontrarían mutilados en ese vehiculo negro
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