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El tacón de sus botas negras resuena a cada paso lento que da. Un pequeño rio se va formando por encima de todas las cosas dentro de un almacén. Aquel líquido es vertido sobre un par de hombres que cometieron el peor error de su vida: creer que pueden mentirle a la Port Mafia.
Amarrados a las sillas, permanecen suplicantes en medio del almacén. El sudor recorre sus pieles y se mezcla con la gasolina. Alguno de ellos incluso mezclo sus lágrimas.

Derramando su contenido, salió del almacén con el bote de gasolina en mano. Un par de metros alejada de aquel lugar, tiró aquel objeto y se detuvo a observar antes de la tragedia. De sus bolsillos saco una cajetilla de cigarros y con elegancia encendió uno, utilizando un llamativo encendedor plateado. Dio un par de caladas y dejó caer el cigarro al final del rio de gasolina. El fuego se levantó eufórico, danzando al ritmo del infierno, se extendió hasta el almacén y los alaridos de dolor llegaron hasta los oídos de la luna. El almacén cedió ante las danzantes llamaradas y se proclamó ceniza de un acto de traición.

— Veo que el jefe te sigue dando los trabajos sucios —se escuchó a espaldas de la chica, a una corta distancia.

Sin dejar de contemplar el incinerado almacén, ella respondió.

— Me gustan los trabajos sucios. Es como matar a los parásitos de la Port Mafia y eso me hace sentir bien.

— Realmente eres cruel en algunos aspectos, Tomie —comentó, acercándose más a ella— Pero sé que eres una mujer de intensos sentimientos.

Ella le miró de reojo con seriedad.

— ¿A qué has venido, Chuuya? —se dio la vuelta y le miró cara a cara. Él no sé inmutó ante la mirada amenazante de su compañera y le hizo frente directamente.

— Sé que investigaste a Hatsuyo Oyama.

— ¿Y qué tiene eso de malo? —enarcó una ceja y colocó sus manos en su cintura.

— No tendría nada de malo... Si no fuera la esposa de Dazai —ella volteo su rostro tras una expresión de fastidió— Estás actuando raro desde hace unos días. He visto marcas y mordidas en tu cuerpo... Estoy seguro que ya te has reencontrado con él.

— No es asunto tuyo, Chuuya —se cruzó de brazos, dándole la espalda— No sabes nada.

— Claro que sé —entonó molesto— Fui yo quien te consoló mientras ese bastardo te abandono sin decir absolutamente nada. Sé lo mucho que lo amabas y justamente por eso me preocupa lo que estás haciendo.

— ¿Y qué se supone que estoy haciendo? —alzó la voz y le miró— ¿Eh? ¿Piensas que la investigue para hacerle algo? —no hubo respuesta a esto, solo un desvío de mirada de parte de él— Nos hemos reencontrado, hemos hablando ¿Y sabes que más hemos hecho?

— No es necesario —murmuró entre dientes.

— ¿Qué dices? No te escuchó.

— Que no es necesario.

— ¿Qué lo diga? ¡Bien!

— ¡Te dije que-

— Tuvimos sexo, Chuuya. S-E-X-O. Dazai aún me ama y yo a él.

— ¡No, él no te ama! —exclamó enojado— Está casado, Tomie. Entiéndelo, él solo lo hace por hacer.

—... Eres un envidioso —declaró, señalándolo de cercas— Eso es lo que pasa.

Amor al indigno 『 Osamu Dazai 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora